Como miramos al mundo
La forma en que los humanos contemplamos los sucesos,
objetos o personas según nuestra edad, es lo mismo que “enfocar” la atención
hacia un macrocosmos a través de un microcosmos (los ojos). Puede resultar
extraño y muchas veces hasta cómico o desatar empatías si uno analiza un evento
masivo donde convergen personas de la tercera edad, adultos, jóvenes,
adolescentes, niños y bebés.
El adulto mayor (o de la tercera edad), contempla el suceso
o espectáculo sin más que su mirada clavada en lo que sucede, tratando de
“decodificar” de qué se trata, pero casi sin excepción, sólo a través de sus
ojos sin más implemento que sus anteojos, y, salvo raras excepciones, sólo sus
ojos. Lo que sí es un hecho, es que en éste rango de edad, los ancianos tratan
de recorrer palmo a palmo lo que están mirando para sacar el máximo
entendimiento o el mayor gozo sensorial.
En los espectáculos, un número significativo de personas
cuya edad oscila entre los 60 y 40 años, he visto que muchas veces relatan lo que sus ojos ven a través de una
llamada telefónica o mensajes de texto a una tercera persona, sin embargo, no
se distraen tanto de lo que están presenciando.
Las personas cuya edad oscila entre los 30 y los 40 años,
miran el suceso o espectáculo a través de su celular o tableta, a la vez que
registran el evento en su dispositivo. Cuando no hacen esto, es casi un “tic”
el que estén observando de manera constante su celular. Aquí la distracción ya
es avasalladora.
A muchos jóvenes y adolescentes (no todos) se les puede
definir como el sector más visual de todos los grupos. Son los que prefieren la
imagen al texto. Son el sector que creció al cobijo de la Internet y que dio
origen al actual mundo visual como lo conocemos. Hay que recordar que casi
todos los avances tecnológicos en cuestión visual, los han realizado jóvenes
menores de 20 años.
Los niños centran su atención sólo si el espectáculo, suceso
u objeto es de su interés absoluto usando únicamente su mirada. Sin embargo,
también utilizan dispositivos si la ocasión lo requiere: lentes 3D, visores,
etc.
Sólo los bebés de brazos escapan de toda la parafernalia
tecnológica. Ello sí utilizan todos sus sentidos para reforzar la información
que pasa a través de sus ojos. Pareciera que usan unas micro cámaras conectadas
a sus ojos lo cual les permite registrar todos los movimientos aunque usted no
lo crea. De ahí que los bebés lleguen a las denominadas fijaciones visuales.
En general, los ojos funcionan como una cámara fotográfica
muy compleja. La lente del cristalino forma en la retina una imagen invertida
de los objetos que enfoca y la retina se corresponde con la película sensible a
la luz, para después llevarlos al cerebro.
El enfoque del ojo se lleva a cabo debido a que la lente del
cristalino se aplana o redondea; este proceso se llama acomodación y sirve para
observar de lejos o de cerca según sea el caso.
Se ha calculado que los ojos pueden moverse para enfocar, en
al menos, cien mil puntos distintos del campo visual. ¿Una barbaridad verdad? Pero,
también es evidente que con los años y la contaminación tecnológica, esa
cantidad va disminuyendo.
Pareciera que el destino del ojo humano para “ver” de manera
simple y llana un objeto morirá con los años debido a los avances o “modas”
tecnológicas. Es innegable que ya estamos en la línea limítrofe por la forma en
que contemplamos el mundo, quizá estamos pisando ya la línea fronteriza, en otra
etapa o época que avanza a pasos gigantes para dar acceso a la llegada de
dispositivos oculares que cumplan con muchas funciones como si fuera película
de ciencia ficción.
Es evidente que estas palabras no son concluyentes ni nada
por el estilo. No se pueden generalizar, es sólo mi punto de vista. Sin embargo,
habría que acotar que el mundo ya se caracteriza por dos grandes grupos:
visuales vs. auditivos. Yo soy muy poco visual.
Otro dato a tener en cuenta y que sí se puede generalizar,
es aquel que tiene que ver con la contemplación, por ejemplo, de obras de arte
o simples fotografías; los ojos van de lo general a lo particular, del todo al
detalle, y, muchas veces, ahí nos podemos “evadir” del mundo o escapar hacia
los confines del cuadro, fotografía o paisaje.
Un dato más. Cuando los músicos están leyendo una partitura
por vez primera, también van del general al particular. Sin embargo, éste
particular o detalle llega después al cortex del cerebro: en la partitura ven
“trazos” o dibujos de “figuraciones”, pero sólo “concientizan” el detalle hasta
que esas figuraciones o notas son decodificadas y llegan a los dedos, la boca o
brazos casi por reflejo –según sea el instrumento-, es decir, el detalle y
experiencia de esa visión general, llega después por fracciones de segundo.
Quizá esto pudiera interpretarse como algo pragmático, o sea, “hazlo y después
entiéndelo”.
Algo más acerca de los músicos cuando leen una partitura: existen
estudios pasados y recientes que han determinado que ciertos músicos son
capaces no solo de tener una interpretación sonora de la lectura de su
partitura, sino que hasta pueden “escuchar” de manera muy precisa como suena una
sinfonía mientras aprecian los pentagramas.
Es evidente que con la cruzada tecnológica sucederá lo que
ocurrió con la llegada de las calculadoras de bolsillo: murió una parte muy
importante del proceso matemático del cerebro. Lo mismo ocurrió con la llegada
de los mensajes de texto. Cuando los tuvimos a mano, las compañías telefónicas
cobraban por un determinado número de caracteres, entonces pasó lo que tenía
que pasar: la gente comenzó a sintetizar las palabras de manera tan atroz, que
muchas veces un mortal necesitaba un traductor para descifrar ese mensaje.
Luego llegó el autocorrector; acto seguido, el lenguaje comenzó a sintetizarse
de formas inusuales debido a la velocidad con la que había que redactarlos.
¿Dónde dio inicio esta locura? Pues en muchos lugares, pero particularmente, en
los autos y el trabajo. Es lógico que no debes conducir, leer y “textear”, sin
embargo, esta avalancha tecnológica hizo lo impensable: hacer seres
multitareas.
Luego arribaron los “emoticones”, y con ellos, se comprimió
más el lenguaje escrito. Me pregunto ¿Qué sigue? Bueno, pues no es muy difícil
de imaginar: niño con dedos pulgares más largos y especializados para
“textear”; pulgares e índices diferentes para adaptarse mejor a los controles
de video juegos; una trasformación de los ojos con su consabida disminución
(miopía o vista cansada), debido al uso excesivo de dispositivos.
La perdida auditiva llegó también con el uso excesivo de
auriculares o audífonos. Por lo tanto, aquí esta la mina de oro para los que
hacen gadgets: el invento de algún auricular especial para paliar la
disminución auditiva de ésta y las siguientes generaciones.
Después de esta digresión, regresaré al tema de los ojos.
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