viernes, 18 de octubre de 2013

Bernhard Heinrich Romberg, un chelista y compositor alemán sin igual



Bernhard Heinrich Romberg  -1767-1841, chelista y compositor alemán.




Uno puede tener una idea mas clara de la personalidad artística del violonchelista alemán Bernhard Romberg gracias a una carta de su famoso contemporáneo, el escritor romántico Ernst Theodor Amadeus ( ETA ) Hoffmann:

"Cuando hablo de la alta perfección alcanzada por la música instrumental en el momento actual, ¿qué otro nombre se puede venir a mi mente que la del gran maestro, a quien a mi sincera alegría encontró aquí después de una larga ausencia... Bernhard Romberg esta de nuevo con nosotros, y, me aseguraré de que ahora él se quede realmente con nosotros. Además, después de haber visto los carteles de sus conciertos, con mayor razón... es cierto, tocó también en muchos otros conciertos, pero me las arreglé para verlo y oírle sólo en el último, en que él mismo era la figura central".

"Yo quiero decir que quería escucharlo y verle a él, porque mi gran deseo, no sólo era para escucharle sino también para verlo en un concierto... y se plantea, sin duda, por una simple razón, no por curiosidad: escuchar es mejor que ver y hace posible el misterioso entendimiento de su figura. La afinidad de su brillo y el sonido se hace evidente, su brillo y el sonido se funden en un todo único, y el propio solista se transforma en una melodía. Esto puede sonar extraño, estoy de acuerdo, pero, ¡Por favor! al mirar y escuchar a nuestro divino Bernhard, usted apreciará lo que digo y no me lo reprochará como la excentricidad de un tonto".

"La libertad total en la interpretación y el dominio absoluto del instrumento eliminan cualquier lucha con este medio como un simple instrumento en pos de la de expresión, y, el violoncello se convierte así en algo espontáneo, quizá hasta en una ingenua parte del sentimiento. Sin embargo, no es un fin supremo hacia el que cualquier artista se esfuerza para lograr alcanzarlo, y quién se acercó más a ello fue Romberg! Él tiene todo el poder sobre el instrumento o, más bien, el propio instrumento, con su fuerza y su gracia, con su excepcional riqueza del sonido se convierte en una parte o extensión del artista, y, sin ningún gesto o esfuerzo mecánico, transmite todo lo que su alma tiene de sentimiento. No menos importante es que durante los conciertos, Romberg nunca utiliza inútilmente la música, ni tampoco hace un excesivo uso de la memoria en un esfuerzo descomunal, él tan sólo se sienta frente  a su público y la música fluye fácilmente. No se pueden imaginar lo mucho que me impresionó".

(Carta del concierto al que asistió Hoffmann en Berlín el 23 de octubre de 1814 y en la cual menciona la actuación de Romberg. En el programa estaban la sinfonía de Romberg, su concierto sexto de violoncello llamado “el Militar”, el Rondoletto y el Capricho, una obra llena de canciones populares suecas -todas realizadas por el compositor).

Muchos estudiosos comparan a Romberg con instrumentistas virtuosos de la talla de Viotti , Spohr y Paganini, debido a su gran talento como interprete y compositor. También por su gran habilidad técnica fue muy apreciado por el público europeo durante muchos de sus viajes.

No es exagerado decir que en la historia del violonchelo, el nombre de Romberg significó toda una época, caracterizado por la transición del estilo clásico a el romántico. Al mismo tiempo se produjo un desarrollo brillante en el virtuosismo del violoncello, pasando a ser la figura central de muchas obras y programas. La influencia de Romberg en la futura evolución de este instrumento es realmente enorme, y el valor educativo de sus conciertos para violonchelo, todavía es muy importante en la actualidad.

Pero la actividad que se generaba durante los conciertos de Romberg, es sin duda de gran importancia. Durante más de medio siglo, fue un ejemplo de la habilidad en la vida de un virtuoso del siglo XIX en todos los países europeos.

Bernhard Heinrich Romberg nació el 11 de noviembre 1767 en la ciudad de Oldenburg Dinklage en el seno de una familia de músicos. Era hijo del músico Anton Romberg. Bernhard pasó su infancia en Munster, sitio en donde su padre era un fagotista y su tío Herard Heinrich Romberg un clarinetista y el director de coro. Su padre, quien también tocó el violoncelo, fue el primer profesor de música del niño. Hay evidencia de que por un tiempo, Bernhard también tomó lecciones con el violonchelista alemán Johann Konrad Schlick. Según otras fuentes, también estudió con el violonchelista vienés Franz Marteau, quien más tarde se hizo muy famoso. También es muy posible que Romberg recibiera clases avanzadas de violonchelo, tomando como ejemplo las grandes posibilidades técnicas y el modelo virtuoso de los violinistas de aquella época. En 1773 Bernhard ya había tocado para el público de Munster con su primo Andreas Romberg (1767-1821), que más tarde se convirtió en un ilustre violinista. Ambos niños tenían por entonces siete años. Varios años después, los jóvenes músicos recorrieron juntos con mucho éxito los diferentes países europeos. En 1776 visitaron Holanda, en 1782, Frankfurt, y en la temporada 1784-1785, París. Su desempeño exitoso en uno de los salones provocó una invitación a los "Conciertos Spirituels ."

Bernhard y Andreas dejaron una gran impresión en el famoso músico francés Francois Philidor, el  cual los presentó con Jean Battist Viotti, lo que les permitió escuchar a este destacado violinista. En París escucharon las óperas de Gluck, los oratorios de Haydn, etc. Uno puede imaginar la gran impresión que causo en Romberg –que solo contaba con 16 años de edad- el arte de Duport y otros virtuosos franceses, y, es muy probable que las influencias francesas, más tarde se manifestaran en la creación de muchas obras de Romberg, las que eran hasta cierto punto, una consecuencia de sus impresiones juveniles.

De regreso a Munster, Romberg se dedicó muy asiduamente a estudiar el violonchelo. Desde hacía varios años, Bernhard y Andreas tocaban en la orquesta de la corte de Munster. El arzobispo de Colonia, que en 1790 visitó Munster, se quedó para escucharles tocar y después invitó a los jóvenes intérpretes a la Capilla Bonn. Allí, Romberg se hizo amigo de músicos como Neefe, Ludwig van Beethoven (que tocaba el órgano y la viola allí), de la familia Ries, el líder checo de los cellistas, Joseph Reicha (1752-1795), que quizá también pudo haber dado lecciones al joven Romberg, y algunos otros. Franz Ries, Andreas Romberg, Ludwig van Beethoven y Bernhard Romberg formaron un cuarteto en aquellos años.

También existe información y datos acerca de un trío formado por Beethoven, Ries y Romberg. Si añadimos que en ése momento Romberg realizaba conciertos de violonchelo con bastante frecuencia e interpretaba sus propias composiciones, es claro que el ambiente en Bonn fue muy espacial para el joven músico.

Muy importante para el desarrollo intelectual de Romberg fue el hecho de que en Bonn, situado no muy lejos del Rin y siendo una ciudad universitaria, gran parte de la población fuera especialmente influenciada en ese momento por las ideas progresistas de la Revolución Francesa.

En 1791, Romberg y otros músicos de la corte (Beethoven estaba entre ellos también) visitaron Marhentheim, donde realizaron un concierto. Esta es la reseña o impresiones que Karl Ludwig Junker escribió sobre el joven Romberg en aquel momento:

"Romberg, el más joven, cuando toca, combina en su violoncello el extraordinario virtuosismo y la interpretación encantadora. Su interpretación es más marcada y evidente cuando se le escucha en relación con otros violonchelistas. El sonido que se produce a partir de su instrumento, es por demás expresivo -especialmente en los solos- es muy claro, firme y penetrante. Teniendo en cuenta la dificultad del instrumento, resalta un marcado fondo en la pureza del sonido durante su interpretación en los pasajes extraordinariamente rápidos del Allegro, y por ello debe atribuirse a él, el más alto grado de genialidad. Sin embargo, quizá después de todo, esto podría ser una mera solución mecánica al pasaje. Sin embargo, él es un experto que tiene otra norma por la cual se mide la grandeza de los artistas y esta es la manera en que toca: la perfección de la expresión y una interpretación espiritual. Una vez llegado este punto, Romberg se pronuncia a favor de la expresividad en el adagio. Es imposible profundizar para penetrar en los más delicados matices del sentimiento, quizá imposible de colorear con más variedad a mejorar, por otra parte, sus interpretaciones poseen una mayor luz y sombra, contrastes que son imposibles de interpretar de manera más exacta. Los mismos sonidos que a través de este sentimiento ha proclamado, son sonidos que atraen y van directamente al corazón cuando Romberg toca durante el adagio".

Debido a el avance del ejército francés, la situación de estabilidad en la corte Colonia cambió rápidamente, dando lugar a la disolución de la orquesta de la capilla en 1793. Bernhard y Andreas Romberg dejaron Bonn para instalarse en Hamburgo, donde varios años antes habían tocado en los conciertos de la orquesta del teatro de aquella ciudad.

En 1796 los dos músicos hicieron una gira por Italia, y sus presentaciones fueron siempre muy exitosas en Roma, Nápoles y otras ciudades. En el otoño de ese año, en su camino de regreso a Hamburgo, permanecieron durante un tiempo en Viena, donde fueron introducidos a los círculos musicales por Joseph Haydn. Él los trataba con afabilidad, y de corazón los ayudó para que los mecenas vieneses dieran a los músicos una calurosa bienvenida. Allí, Romberg conoció a Beethoven en un concierto. Juntos interpretaron dos sonatas del músico de Bonn, (las sonatas op. 5), que habían sido compuestas no mucho antes.

Después de dos años en Hamburgo, en 1799, Romberg viajó a Inglaterra, Portugal y España. Por aquellos años, el joven Romberg decide separarse de Andreas por primera vez. Romberg era apreciado especialmente por los gratos recuerdos de sus visitas a Madrid. Las influencias españolas se sienten muy a menudo en sus obras, como por ejemplo, en el "Fandango" del final de su segundo concierto o el "Capricho y Rondo” lo mismo que en su gusto por lo español en una miscelánea que contiene un bolero, aires gitanos, un cachirulo y zorongo". Fragmento del Fandango: 



Después de regresar a Hamburgo por un tiempo (se había casado por entonces), Romberg volvió a visitar París en 1800 y tocó con deslumbrante éxito en los conciertos de "la rue de Clery", "du theatre des Victoires", y otro tanto mas de presentaciones. El dominio excepcional de Romberg, fue comparado inmediatamente por el público francés como el de un violonchelista de la misma calidad que el de los virtuosos franceses  Duport y Lamare. "Su talento había alcanzado el poder y la gloria en aquel momento", escribió Francois -Joseph Fetis. Romberg no fue de ninguna manera inferior a Duport y Lamarre por el vigor y el poder de su actuación, aunque algunos decían que el sonido de Duport era más redondo y suave, y el estilo de Lamarre más delicado y elegante.

A principios de 1801, Romberg fue invitado a trabajar como profesor en el Conservatorio de París. Enseñó allí hasta el final de 1802. Se publicaron en París 4 de sus conciertos: los op. 2, 3, 6, y 7. También fue mencionado como "Membre du Conservatoire de musique" pero al parecer esta misión educativa tenía poco atractivo para él, y regresó a Hamburgo.

En 1805 vemos a Romberg como un músico de la corte en la capilla de Berlín, donde a menudo tocaba con Duport. También actúo como solista en muchos conciertos públicos, además de los salones, disfrutando de un éxito notable.

En su autobiografía, Ludwig Spohr escribió sobre su encuentro con el violonchelista en una de las veladas musicales en la casa del príncipe Anton Radziwill:

"Romberg, que estaba en la flor de su virtuosismo en ese momento, tocó el solo de uno de sus cuartetos. Era la primera vez que los escuchaba y estaba encantado con su actuación.”

Romberg hacía giras por muchas ciudades alemanas, en particular en Leipzig , donde solía aparecer en la Gewandhaus. En ése mismo año (1807), el famoso crítico alemán Johann Friedrich Rochlitz, publicó una crítica acerca de uno de los recitales de Romberg, en la que dijo:

"... Debido a su profundo sentimiento noble y valiente, a su gusto y su versatilidad, pero sobre todo a lo dedicado de su arte bien probado, fiable y profundo... Romberg es hoy proclamado por todo el mundo de la música, como el más logrado y grande de todos los violonchelistas vivos... Desde la época de Mozart, el público más exigente nunca había sido tan enormemente cautivado por cualquier otro artista, como intérprete y compositor..."

Pronto Romberg tuvo que salir de Berlín, porque la vida en Prusia se tornó insoportable para él -el acuerdo de paz de Tilsit, agravó considerablemente la situación en el país. A finales de 1807 Romberg llegó hasta el sur de Rusia a raíz de las giras de sus conciertos en Alemania y Polonia. Desde comienzos de 1809 hasta la primavera de 1813, sus apariciones en varios conciertos de San Petersburgo, Moscú y muchas ciudades de provincia, fueron una sucesión de triunfos ininterrumpidos. El éxito fue el mismo éxito en muchas ciudades europeas que le siguieron. Varias reseñas de sus conciertos en Berlín 1813-1815 confirman que Romberg estaba en la cima o cenit de su maestría artística por aquella época.

Hasta 1819, Romberg permaneció en Berlín, donde desde 1816 había sido violonchelista y director de ópera, y más tarde se trasladó a Hamburgo. Con excepción del período 1826-1830, en el que se quedó en Berlín, Romberg prácticamente vivió toda su vida a partir de 1819 en Hamburgo, viajando constantemente por todo el país y en el extranjero.

El artista alemán realizó varias visitas a Viena. El violonchelista Max Borer (1785 - 1867), que fue muy aclamado en Europa, era un artista muy popular en la Viena de la década de 1820. Muchos músicos y aficionados que eran admiradores de Borer comentaban que Romberg tocó para la inmortalidad, mientras que Borer lo hizo para el salón.

A finales de febrero de 1822, un periodista vienés escribió:

"Bernhard Romberg, el héroe de todos los violonchelistas, el rey de todos los virtuosos, triunfó tres veces este mes. Cada vez que el salón estaba lleno de gente, el público deliraba premiando su actuación con calurosos aplausos. Es un regalo divino escuchar un artista así de insuperable. Uno no sabe lo que es más maravilloso – si el sonido puro e inspirado, o la facilidad inefable con que supera todo tipo de dificultades, o la elegancia, originalidad y brillante elaboración de sus obras."

En aquellos años, Romberg estuvo de gira con su hijo Karl, quien también tocaba el violonchelo, y su hija Bernardina, una cantante. En Viena se encontró otra vez con un Beethoven, que ya estaba muy enfermo. El amigo de la juventud de Romberg, Beethoven se había convertido en uno de los compositores más destacados y venerados de la época.

La carta de Beethoven, fechada el 12 de febrero de 1822 en la víspera del concierto de  Romberg, es un claro ejemplo de su amistad. "Mi querido Romberg, esta noche tuve terribles dolores en los oídos, como casi siempre suele suceder en esta época del año. Incluso los sonidos de la música me han causado sólo sufrimiento. Es por eso que no me va a ver hoy en día o en varios días, tal vez será lo mejor y voy a ser capaz de decirle adiós. Yo no lo he visitado todavía y espero me disculpe. Esto se debe a que mi hogar está muy lejos, y no he trabajado mucho. He estado enfermo durante todo el año, ya sabe, y un montón de nuevas composiciones fueron dejadas de lado. Bueno, ¿por qué todas estas ceremonias entre nosotros dos? Le deseo reconocimiento financiero, para que el éxito de su brillante arte sea completo, lo que es tan poco frecuente hoy en día. Si hay una oportunidad, espero verles a usted, a su esposa y sus hijos, a los que envío mi más sinceros saludos. Adiós, gran artista. Atentamente, Beethoven."

Romberg aparecía en conciertos por toda Europa, viajando desde San Petersburgo a Madrid y de Londres a Kiev. Sus viajes favoritos, además de los de Viena y Praga, fueron los realizados a través de Rusia. Romberg continuó tocando en público durante muchos años, logrando conservar su virtuosismo impresionante. Un ex compañero de los conciertos de Viena escribió en 1833 (Romberg tenía de 66 años en ése momento) "Romberg  es el rey de todos los violonchelistas". "La consumada habilidad del artista es verdaderamente encantadora, y a pesar de su avanzada edad, sigue siendo el mismo gran maestro. El único “cantante” de su instrumento, y, parece deleitarse en tocar las dificultades más extraordinarias. Él, sin duda, continuará por mucho tiempo como un ejemplo e intérprete sin igual".
En algunas reseñas musicales, publicadas en 1834 y 1836 en Nurenberg, Munich y Fráncfort, el éxito de Romberg fue comparado con el de Paganini. Incluso aún más allá de las habilidades del genial violinista. “Él no se está poniendo viejo -escribió un crítico de Munich- lo que ha perdido en poder, se ha compensado con ternura, sinceridad y precisión, la musicalidad y la perfección de su forma de tocar es tan sorprendente como siempre."

La Escuela del Violoncello

En el ocaso de su vida, Romberg comenzó a compilar un método de violoncello, el cual se completó en 1839 y, al año siguiente fue aceptado como el método oficial para el Conservatorio de París. Fue publicado por vez primera en París y luego en Alemania, para más tarde ser publicado en Austria e Inglaterra. Bernhard Romberg murió en Hamburgo el 13 de agosto de 1841.

Si se tienen en cuenta los medios de transporte de la época de Romberg, uno queda sorprendido que desde su infancia hasta bien entrado en años, por el hecho de que constantemente viajara con su violoncello por toda Europa. Lo que es más increíble, es que ése modo de vivir fuera muy fructífero en su labor como compositor, un proceso inseparable en su carrera artística.

Romberg compuso no sólo para el violoncello, escribió óperas, ballets, sinfonías, oberturas, cuartetos, piezas de concierto para piano, flauta, violín y música incidental. También dedicó mucho tiempo a los ensayos y conciertos de cuartetos de cámara. Romberg también compuso música de violonchelo para la enseñanza, aunque sus frecuentes giras le impidieron dar más tiempo a la labor pedagógica. Escribió una serie de composiciones para violonchelo de carácter educativo, lo que revela su notable inventiva.

Fue sugerencia suya, la de introducir un espacio en la mano para colocar los dedo a bordo del diapasón, lo que salvó a la secuencia o pasaje de notas con los dedos a bordo o sobre el diapasón. Tales innovaciones como el adelgazamiento del cuello violoncello, así como la “extensión” en la tesitura por medio de un capotrasto con el pulgar, aumentó y salvó la distancia entre el dedo sobre el diapasón agudo y los subsecuentes sonidos o grupos de notas, lo que también se atribuye a Romberg.

La sed de actividad creativa versátil, en paralelo con una cierta condición de pequeño-burgués, convivió muy bien en el personaje de Romberg. La soberbia y la arrogancia del "europeo favorito" universalmente reconocido como el egocentrismo sin culto, era el ideal de aquellos años.

En su extensa correspondencia, Romberg nunca reveló ningún interés en los agitados acontecimientos de su época. Quizá por ello, él nunca traicionó sus convicciones estéticas y tampoco su búsqueda artística. Su conducta independiente, no disimulaba su antipatía a la monarquía prusiana, lo cual expresa muy a menudo en sus cartas (por ejemplo, la de Kunst del 8 de agosto de 1826), y demuestran que Romberg estaba muy lejos de tener una actitud servil y respetuosa a la corte, que era lo habitual de aquel entonces.

Ya se ha dicho que la carrera como concertista de Romberg -la cual se prolongó durante más de cincuenta años- abarcó la mayor parte de su vida artística. El desarrollo de su estilo se desarrolló de manera muy fructífera y versátil debido a la influencia de las diferentes culturas que encontró durante sus giras por Europa. Romberg fue fuertemente atraído no sólo por los músicos alemanes, sino también por los destacados violonchelistas de otros países durante la segunda mitad del siglo XIX, como el italiano, Boccherini y los hermanos Duport de Francia.

Es difícil no reconocer en su violonchelo obras con la influencia de la escuela francesa, que a su vez fue notablemente influenciada por los logros creativos de Boccherini. Esta influencia podría haber echado raíces en Romberg durante su estancia en París, y su desarrolló fue resultado de sus frecuentes contactos con los hermanos Duport en Berlín y con otros músicos de cuerda franceses en el Conservatorio de París. Aunque respetaba a Boccherini y Duport con profunda reverencia, Romberg nunca los imitó. Él desarrolló un estilo verdaderamente único, el que se distingue por el sonido inusualmente poderoso con "amplios arcos" y perfecta afinación, además de la facilidad técnica excepcional, combinado con un rendimiento muy expresivo.

Potente y profundamente emotiva, la interpretación de Romberg no era para nada forzada o difícil para él.

"Lo bueno de tocar violonchelo", escribió en su método, “radica principalmente en el hecho de que todo se realiza con facilidad y gracia. Si se hace violenta y enérgicamente, el sonido deja de ser hermoso".

El violonchelista dio mucha atención a los matices dinámicos -la luz y la sombra-los claroscuros. Conectó dinámica y agógica con el arte del bel canto en el cello y destacó su parecido al canto vocal y la expresiva voz humana. Pero su afirmación de que existe una correlación directa entre el crescendo, diminuendo y el movimiento ascendente-descendente de la melodía parece más bien formal. Excepcionalmente brillante era la actuación de Romberg durante los adagios, sin embargo, es más notable por su uso moderado de los medios expresivos como el vibrato y los arcos llamativos, pues tenía un cierto "toque académico", que reflejaba sus concepciones estéticas generales.

Quizá esta misma falta de pasión y drama en la interpretación de Romberg, llevó a Stendhal a decir: "¡Qué manera de interpretar la de Romberg! es un regalo excelente que podría ser mayor si tan sólo poseyera el alma apasionada de Werter en lugar del alma pura y sincera de un virtuoso alemán de la clase burguesa"

Pero la actitud del violonchelista era absolutamente opuesta a la del entonces popular salón de virtuosismo, que se regocijaba en la técnica superficial, el sentimentalismo irreflexivo, vibrato excesivo, portamento al por mayor, etc.

En su método, Romberg siempre advirtió a sus estudiantes que evitaran todo aquello que pueda estropear al "gran estilo". Por lo tanto, exigió que el vibrato se utilizará muy moderadamente (lo que se conoce por bebung o tremolo): "Cuando se usa rara vez y con gran fuerza del arco, que da brío y vigor al sonido de vibrato se debe utilizar sólo en el comienzo de la nota, pero no durante toda su extensión. En tiempos de antaño, nadie podía mantener el sonido, incluso en un tiempo muy corto, sin el vibrato moviendo el dedo de forma constante, lo que produce que la música sea un verdadero lloriqueo".

Se recomienda un uso moderado de spiccato, armónicos, etc., y que entonces sea sólo como para dar “un cierto color”. Aunque muy agradecido por Paganini como el insuperable "virtuoso del romanticismo, Romberg lo criticó sin piedad por la abundancia de armónicos en su interpretación después de escucharlo en Italia en 1820.

Romberg también advirtió en contra sobre la llamada "expresividad vulgar" en la que la música como lo ejemplifica una cierta obra de Jacob Schelle, que disfrutaba imitando voces de diferentes animales en su violín. "La música –comenta-, no debe ser interpretada simplemente para pasar el tiempo, por el contrario, su objetivo es hacer que el corazón humano sea sensible y receptivo a todo lo que es bueno y bello" El brillante dominio de Romberg y su profesionalismo consumado eran los medios para alcanzar ese objetivo.

Era su oficio como el de un artista que llevó su trabajo tanto al campo de la composición, como al oficio de maestro. La carrera artística de Romberg, estuvo enmarcada en la encrucijada de dos épocas (por un lado, la de Haydn, Mozart y Beethoven, y por otra, el período del floreciente romanticismo musical) inició un nuevo rumbo en la historia del violonchelo. A diferencia de la técnica profesada por los músicos del siglo XVIII, cuya característica sobresaliente fue principalmente la improvisación como medio de revelar las ideas estéticas, el arte de Romberg como compositor, fue subyugado por sus aspiraciones como intérprete virtuoso que lo planificaba todo.

Entre sus obras para violonchelo se cuentan diez conciertos, seis concertinos, varias sonatas, dúos, fantasías, divertimentos, caprichos, polonesas, variaciones y otras piezas. Aunque sólo tienen un valor académico hoy en día, eran muy apreciadas por los contemporáneos de Romberg (recordar la apasionada carta de ETA Hoffmann y las opiniones de otros contemporáneos). Durante las primeras décadas del siglo XIX, hubo una gran diferencia entre el arte de la interpretación y la profunda producción creativa de los compositores de la talla de Beethoven y los románticos.

Las obras de los compositores del siglo XVIII, muchas veces eran impopulares y abandonados por los verdaderos músicos virtuosos. En el contexto del repertorio de violonchelo de la época, principalmente compuesto de fantasías brillantes, pero superficiales y basadas sobre temas de ópera, muchas variaciones, popurrís, etc., los conciertos de Romberg destacaban muy favorablemente. Se distinguen por la forma clásica clara, la combinación de melodías nobles y un expresivo y brillante virtuosismo, propio de la naturaleza del violoncello. El éxito de la obra de Romberg en su época, fue sin duda debido a su excepcional maestría como intérprete.

Pero a partir del segundo cuarto del siglo XIX, cuando la música de Beethoven y la de los compositores románticos se hizo más popular y el gusto musical en general se hicieron más refinados, muchos críticos (aunque pagando tributo a su brillante virtuosismo) Romberg fue frecuentemente criticado por la unilateralidad de sus programas y el valor artístico que sus críticos veían como limitado en sus composiciones.

No es de extrañar que Romberg, como un compositor del período de transición, escribió en una gran variedad de estilos. Su habilidad para componer evolucionó bajo un amplio rango de influencias entrelazadas. Su producción instrumental, es quizás, la más cercana a la escuela de violín francesa (Viotti, Baillot, Rode, Kreutzer) pero no se puede negar la influencia de los compositores clásicos del siglo XVIII (a partir de Mozart) y de los primeros románticos (Spohr, Weber etc.)

El romanticismo de Romberg, como el de Spohr, tienen un carácter muy equilibrado, contemplativo y un tanto académico. Como se mencionó anteriormente, es ajeno a la elevación y vuelos dramáticos típicos del romanticismo de Paganini. Sus influencias románticas son notables en el cuarto, quinto y noveno de sus conciertos. Las piezas programáticas como Le Reve (subtitulado "Fragmento de Fantasía") o Le Bal Masque, inspirado en los valses de Viena, también reflejan las influencias románticas muy bien definidas.

Romberg considera a el concierto como "la obra más perfecta de la música" y este género es el más importante de su legado al cello. Los conciertos para violonchelo de Romberg hoy sólo tienen un valor académico. Ellos tienen un lugar adecuado en los programas de las escuelas de música, debido a que cuentan con la técnica y dificultad instrumental necesaria. Su forma es como la de los conciertos para violín de la escuela francesa (los conciertos de Viotti, Rode, Kreutzer). En todos ellos, se hizo hincapié en el aspecto técnico de la interpretación. La idea del tutti y la competencia individual, características del concierto clásico, desaparece casi por completo en las composiciones de Romberg. La orquesta juega el papel de acompañante y sólo cuenta por lo general con una dotación de cuarteto de cuerdas, flautas, oboes, fagotes y corno francés. Los conciertos tienen una estructura en tres movimientos: rápido-lento -rápido. El primer movimiento es un típico concierto de violín francés Allegro (4 tutti y 3 soli), el segundo movimiento tiene las características de una novela lírica, y el tercero – el técnicamente el más complicado -está escrito en forma Rondo.

Romberg escribió en su totalidad las cadencias en los movimientos rápidos y lentos. Era evidente que quería limitar la libertad del interprete, cuya habilidad artística, quizá no podría haber sido suficiente para el nivel requerido. Por eso fue muy preciso, marcando ciertos matices, digitación, tempo e indicación del metrónomo. Aquí esta cadenza del Andante grazioso en su primer concierto :



El sexto concierto de Romberg, llamado el "Concierto Militar". Esta basado en la misma forma de las marchas de su época y, los episodios son frecuentes en los dos movimientos rápidos, el movimiento lento tiene el carácter marcha fúnebre. El séptimo concierto "Swiss", dedicado a Matwey Wialgohorsky, también lleva un título programático y tiene carácter pastoral:





En él noveno concierto (escrito en 1824), contiene lo más interesante de Romberg, tanto desde lo artístico y el punto de vista técnico. Al igual que otros conciertos de Romberg, consta de tres movimientos: Allegro, Andante y Rondo (Allegretto). En comparación con los conciertos anteriores, este es notable por el desarrollo más amplio de los temas que se distinguen por su expresividad melódica y, por su brillante uso de los recursos virtuosos del violonchelo:




En homenaje a las tradiciones y usanza de su tiempo, Romberg compuso muchas variaciones, caprichos y divertimentos sobre canciones populares de diferentes naciones. Durante sus giras por Europa trató de recoger y plasmar en partitura las canciones populares, que más tarde utilizó en sus composiciones. Dijo que las melodías españolas, rusas e italianas proporcionan el material más rico para un compositor. Sus frecuentes contactos con Rusia se describirán más adelante. En cuanto a las influencias españolas, que sin duda inspiraron el "Fandango" del compositor en el segundo concierto, y en su Capricho Español, también quedaron plasmadas las concepciones de Romberg sobre la música española. También en sus composiciones hay caprichos basados en canciones y danzas polacas, caprichos sobre canciones suecas, fantasías sobre canciones noruegas, divertimentos de canciones populares de Austria, etc.

¿Cuál es el significado de la obra de Romberg en el violoncello, especialmente en sus conciertos, y en la historia del arte del violonchelo? El mejor de ellos a sido expuesto aquí, y también mucho del repertorio para violonchelo con fantasías brillantes pero superficiales sobre temas de ópera y otro tanto más de géneros, además de las piezas para salón. Pero, sin duda, mucho más importante fue el que Romberg haya ampliado en gran medida los recursos expresivos y técnicos del violonchelo. Otra de las ventajas básicas de Romberg fue su desarrollo en la técnica de los dedos sobre el diapasón del violoncello.

Después de haber desarrollado en el violoncello muchos logros técnicos, Boccherini y Duport (en la creación de la digitación específica del violoncello), Romberg las amplió y utilizó con maestría en muchas de sus composiciones para violonchelo. Hugo Becker, uno de los más grandes maestros de violonchelo de la primera mitad del siglo XX, escribió que los conciertos de Romberg eran "el mejor ejercicio en la enseñanza, especialmente para la mano izquierda." Sistemáticamente con diversas combinaciones y usos del pulgar, los estudiantes que utilizaron a Romberg para estudiar el violonchelo, fueron equipados con un material abundante de ejercicios para dominar la técnica del pulgar y las digitaciones.

El uso del pulgar, conocido ya en el siglo XVIII, amplió enormemente los recursos expresivos y técnicos del violonchelo. El rango de todo el instrumento y de cada posición individual se amplió enormemente. Inicialmente, la técnica del pulgar se usaba con moderación, pero no fue hasta la época de Boccherini, Duport y Romberg que creció a la perfección. El uso del pulgar como un apoyo en los registros altos en las cadenas de notas cercanas al rango agudo, llevó gradualmente al llamado principio de "paralelismo posicional". El mérito de Romberg fue desarrollar y explotar este método al máximo, lo que permite a los músicos cambiar posiciones con mucha menos frecuencia. Además, el dispositivo favorito de Romberg –la secuencia de progresiones de notas- brindó amplio material de capacitación para los cambios en la posición del pulgar y el dominio de la digitación en rangos muy agudos. Igualmente importante fue su extenso uso del cuarto dedo en posiciones del pulgar, que amplió el rango de la posición. Romberg también desarrolló en gran medida la técnica de la octava.
Con frecuencia uno encuentra el dispositivo "restez" (permanencia) en sus obras. Su modificación, más adelante llamada "bisagra de Davydov” (sharnir), consiste en el movimiento de todos los dedos en intervalos diferentes fuera del dedo pulgar, el cual permanece como capotrasto o cejilla para la ampliación del rango agudo - por lo tanto ofrece mayor volumen de la posición:



Pero hay que señalar que los artilugios de Romberg, como las largas estancias en los registros agudos con el pulgar como capotrasto, el llamado “el paralelismo posicional" en las cuerdas graves y también el uso del pulgar en la cantilena de notas prolongadas conducen al deterioro del valor artístico de la actuación. Debido a la gran cantidad de combinaciones y variaciones en tiempos, arpegios, saltos por encima de las cuerdas, etc., por ello, los conciertos de Romberg son de cierto interés en una referencia técnica.

Un gran número de dispositivos, utilizado por Romberg en sus obras -sobre todo en los conciertos- fueron más tarde ampliamente difundidos y desarrollados. Además de los dispositivos citados anteriormente, a menudo se percibe en obras el legato en los pasajes de Romberg en una gran frase (un buen ejemplo es Spinning canción de Popper) o una serie de armónicos naturales en una frase, alternando con el sonido de cuerdas al aire (este dispositivo también fue utilizado por Davydov en The Fountain).

Los conciertos para violonchelo de Romberg, sin embargo, no tienen sólo un valor pedagógico. No hay que olvidar que en combinación con el talento artístico de Romberg , fueron un impulso para el desarrollo del arte de la realización y la literatura del violonchelo. Llegan a ser lo que podría llamarse como “una enciclopedia de las peculiaridades del virtuoso y técnico del violonchelo”, las obras de Romberg mostraron la riqueza del instrumento en recursos expresivos, estimulando así muchas nuevas composiciones o generaciones de compositores.
Las composiciones para violonchelo de Romberg demostraron ser de gran valor para la enseñanza en el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Karl Schroeder y Friedrich Grutzmacher mostraron mucho interés en sus conciertos para violonchelo; Hugo Becker y Julio Klengel coincidieron con la misma opinión. También es bien conocido que Karl Davydov los utilizó con frecuencia en su enseñanza y en ocasiones los llevó a cabo en sus presentaciones. Hoy han sido re editadas en muchos países, entre ellos Rusia. Fragmento del concertino op. 51



Kummer

La carrera pedagógica de Romberg, aunque muy irregular y menos característica en él, también es digna de mención. Baste con citar algunos de sus alumnos: el violonchelista francés Louis Pierre Norblin, el sobrino de Romberg, Cipriano Romberg, Matwey Wialgohorsky, Julius Schopler, August Prell, Adolf Press, Julius Ritz, etc., sin embargo la influencia de Romberg fue mucho más allá de sus propios alumnos, y su impacto en Justus Johann Friedrich Dotzauer, director de la escuela Dresden, y Friedrich Kummer, otro representante de la misma escuela, no es –ni debe ser subestimada- por el contrario, alcanzó niveles de supremacía.

Como han dicho y, con razón Herbert Schafer y Josef Eckhardt, el Método de Romberg, publicado en 1840, después de los métodos de Dotzauer (1832) y Kummer (1839), que eran, de hecho en gran medida una deuda con Romberg, el de su maestro apareció demasiado tarde y fue definitivamente algo anticuado en lo que tenía que decir en cuanto la posición de la mano y la técnica de arco (tomar el diapasón del instrumento, con la posición inclinada y "oblicua" de los dedos sobre el dedo a que articula), así como el contexto musical. La técnica del arco descrita en el método, con la advertencia de Romberg para evitar el típico golpe de arco saltando, el staccato, etc., también se había convertido en obsoleto. Se prestó poca atención a la doble parada, cambios e indicaciones de dinámicas. Pero al mismo tiempo, el método de Romberg, en comparación con el de Dotzauer y Kummer, tenía ciertas ventajas en cuanto a la estética y al estilo de tocar, del cual estaban preocupados -en gran medida al prestigio de Romberg en este sentido-, los hizo pensar en aquel estilo estético.

Los cuatro capítulos que tienen por temas: "En luz y sombra" (o claroscuros), "La interpretación", "Sobre las obras musicales y su interpretación" y "En la música de cámara", también son ampliamente significativos.

Hablando de los violonchelistas más ilustres que fueron figuras destacadas en el desarrollo de la técnica del violonchelo, Hugo Becker sentía que "no era tanto su habilidad artística, como sus innovaciones avanzadas en la interpretación de las obras para chelo, que eran muy propicias para el progreso en el arte de éste instrumento". Nombró Romberg, Servais y Davydov como "las personalidades más creativas y brillantes del mundo del arte, cuyas composiciones han tenido un gran impacto en el desarrollo del violonchelo."

Becker

Durante las primeras décadas del siglo XIX, Romberg visitó Rusia no menos de seis veces, y vivió allí durante un largo período. Inspirado en las canciones populares, compuso una serie de obras que publicó en Rusia. La primera visita de Romberg a Rusia fue en 1807. Después de una exitosa aparición en Riga a finales de 1808, se trasladó a San Petersburgo, y el 19 de enero 1809 ofreció un recital en la corte. Después de un concierto público el 17 de febrero, Romberg fue a Moscú, donde llevó a cabo dos conciertos. En una carta de este período, expresó su gran satisfacción por su estancia en Rusia.

Rusia, se volvió amante de la música de Romberg y, apreciaba mucho el arte consumado del violonchelista, casi inmediatamente desde sus primeras apariciones. "Últimamente, el excelente Romberg toca el violoncello aquí, y yo estoy encantado”, escribió Alexander Bulgakov a su padre, en San Petersburgo el 19 de febrero de 1809. El 16 de marzo se registraron estas palabras sobre el segundo concierto del violonchelista: "Romberg es un maestro, hace poco le escuché con gran placer."

Durante esa estancia, que duró cuatro años, Romberg tocó en San Petersburgo y Moscú, también lo hizo en las ciudades del Báltico y en el sur de Rusia, Moldavia y Valakchia. Fue una sucesión ininterrumpida de triunfos. Tenemos memorias de sus contemporáneos acerca de sus conciertos en San Petersburgo durante esos años.

Las apariciones de Romberg fueron las primeros en recibir comentarios del St. Peterburgskiye vedomosti en 1811. Ese mismo año actuó en Kiev.

Hasta la primavera de 1812, Romberg parece haber vivido en Moscú (su hijo Karl nació allí en enero de 1811). Se quedó en la casa del Conde Saltykov, donde se llevaron muy a menudo veladas musicales. La primavera de 1812, encontró a Romberg y a su amigo Ferdinand Ries, el conocido pianista conocido de Bonn y discípulo de Beethoven, en un recorrido por las ciudades de las principales provincias rusas. Sus visitas a Moldavia y Valakchia en febrero y marzo de ese mismo año, inspiraron a Romberg para componer su Capricho sobre temas populares de Moldavia y canciones populares de Valakchian.

En una carta escrita en Moscú y fechada el 9 de marzo de 1812 Alexander Bulgakov escribió a su hermano Konstantin Bulgakov, entonces jefe de la oficina diplomática con sede en Kutuzov en los principados Dunai: "Te felicito por Romberg Romberg... qué llegue a tu corazón... la composición impecable, lo perfecto, el sabor, la gracia y la facilidad de su interpretaciónn."

Después de San Petersburgo y Kiev, las apariciones del artista alemán siguieron con  recitales en abril de 1812 en Moscú y Riga, y su programa incluyó el concierto "Swiss”, el Capricho Moldavia sobre temas de Valakchian y las variaciones sobre canciones populares rusas”.

Romberg permanecido en Rusia hasta la primavera del año siguiente, pero tuvo que irse a Suecia debido a la guerra con Napoleón en 1812-1813. Aparte de sus posteriores visitas muy breves, lo vamos a ver en sus visitas a Rusia en 1824-1825 y 1828-1830.

Durante su primera visita, Romberg vivió en la casa de Matwey Wialgohorsky, que estaba ansioso por recibir lecciones de violonchelo del gran maestro. Más tarde se prodigaron elogios elocuentes a Romberg por el famoso crítico ruso Vladimir Odojevsky después de su recital en Moscú el 18 de enero 1825 en la casa de Blagorodnoye Sobraniey (la Noble Asamblea). El programa estuvo integrado por la Obertura de Der Freischütz de Weber y composiciones propias de Romberg: el noveno concierto, el Capricho basado en canciones y danzas polacas y la obertura de la ópera Alma.

Odojevsky escribió:

"Muchos amantes de la música no se han olvidado de su (Romberg) primera visita a Moscú. Quienes no lo escucharon, ya lo conocían por su fama mundial - y la ovación fue unánime cuando apareció en el escenario y la emoción aumentó una vez que comenzó a tocar, los que lo habían escuchado antes estaban convencidos de que había hecho lo imposible, logrando perfeccionar su arte quede por sí ya era perfecto; la nueva generación en la audiencia estaba fascinada, extasiada y sorprendida... No hay nada nuevo en la música de Romberg, pero es tan original que ninguno de los compositores de violonchelo puede ser comparado con él, o su música puede parecernos familiar a nosotros, ya que ha sido tan hábil y artísticamente a llegado a la profundidad del corazón humano! En el primer Allegro (del concierto en Sol) Romberg cautivó  totalmente a la audiencia por las dificultades que superó, por otra parte, las mismas dificultades volaron y pasaron con muy poco esfuerzo (como sucede con los grandes compositores) y hasta parecieron muy naturales e ingenuas por la forma como las interpretó Romberg, de hecho en el andante y el rondo, todo lo resolvió de manera muy sencilla. Todo el mundo en la casa quedó encantado. En el primero, los conocedores fueron capaces de discernir un acompañamiento excepcional y original del timpani, que solo, y sin otros instrumentos, se fusionó con el violoncello y produjeron una música milagrosa". (Beethoven ya había probado éste recurso con su concierto para piano no. 4, en el cual el piano se queda sólo con el timpani).

En Rusia, Romberg tocaba no sólo como solista, lo hacía también en cuarteto. Él fue el primero en tocar la parte del cello en uno de los últimos cuartetos de Beethoven, encargado por el príncipe Nikolay Golitzin. En su carta de San Petersburgo de 29 de abril de 1825, Golitzin agradeció a Beethoven por el Cuarteto (Op. 127, Mi bemol Mayor) e informó al compositor:

"...En un par de días vamos a tocar su nuevo cuarteto con Bernhard Romberg, que ha estado aquí desde el mes pasado..."

En su muy extensa biografía de Romberg, Herbert Schafer apenas menciona la larga estancia del músico en Rusia cuando ya era mayor de 60 años, diciendo que:

"...No hay evidencia de los posibles recorridos de Romberg en invierno 1828-1829 y 1829-183 ...".

Gracias a las reseñas y críticas de la época, se puede deducir que Romberg había logrado preservar su brillante dominio y que sus giras en Rusia eran una cadena ininterrumpida de triunfos.

"El señor Romberg hace cantar el violoncello, no sólo lo toca. Cada una de sus arcadas produce sonidos que tocan el alma y fascinan al corazón. En el ámbito de la música, el Sr. Romberg es un fenómeno sin igual en el arte de la interpretación, el sentimiento musical y la composición. Él ha sido llamado en Europa desde el Orpheus alemán, y ha provocado gran sorpresa y admiración en todas las capitales del mundo. Nunca ha habido ni una sola opinión desfavorable y hostil al Sr. Romberg. Él ha sido aclamado por unanimidad por todos los músicos y expertos como el número uno de los violonchelistas, así como Mozart -el número uno de los compositores. Su mismo nombre inspiró a los corazones de todos los artistas con asombro y emoción profunda".

Dmitriy Kushenov Dmitrievsky opinaba muy favorablemente de Romberg (ver museo Liritchesky, San Petersburgo, 1831), lo llamó el "el perfecto virtuoso del violoncello" e hizo hincapié en sus numerosas apariciones en San Petersburgo y en Moscú. Las notas que llegaron a Rusia después de su muerte, decían que el artista alemán era el más grande y mejor de todos los violonchelistas.

"...que elevó su violoncello a un peldaño más alto y, lo ocupó merecidamente no sólo en la orquesta, sino también logró colocarlo como un instrumento solista de concierto. "Su interpretación se caracterizó por ser "libre, pura y sublime", distinguida por "la belleza viril, simple y natural”.

La carrera como concertista de Romberg fue en gran medida fundamental en la estimulación de la técnica del violonchelo en Rusia. Sus recitales en las salas de conciertos, así como en casas privadas (en las casas de Lvov, Wialgohorsky, Saltykov y otros) fueron muy propicias para la popularización de violoncello entre los músicos rusos.

En 1809-1810, la editorial Elbert en Moscú publicó las Variaciones de Romberg sobre temas de canciones populares rusas:

"Tchem tebya ya ogortchila" ¿Qué te hizo tan angustiado?
"Ya po tzvetikam hodila" Yo fui a recoger flores op. 14
"Vspomn , vspomn , moya ljubushka" Por favor, mi amor, recuerda
"Kak za retchenkoy slobodushka stoyit" Hay un pueblo en la orilla del río
"Za gorami , za Dolami"  Detrás de las montañas, detrás de los valles op. 19
"Kak u nashih, u Vorot" Una vez, en nuestra puerta
"Ah, Shto zh ti, golubtchik, ne vesel sidish" Oh! ¿Por qué no hay alegría, mi amor op. 19  

Vladimir Odojevsky lo elogió efusivamente, y apreció la aspiración de Romberg por profundizar en las peculiaridades nacionales de la canción popular rusa. Las variaciones sobre canciones rusas interpretadas por Romberg, se hicieron reconocidos éxitos en la Rusia en ese momento. Es interesante citar aquí un cuarteto publicado en la revista literaria Aglaya después de la interpretación de "Ah, Shto zh ti, golubtchik, ne vesel sidish" (Oh! ¿Por qué no hay alegría, mi amor?): ¿Es posible que apenas se haya reconocido a sí mismo, mi querido amigo, cuando se llenó de alegría, encantado y hechizado por las notas de Romberg - Orfeo languideciendo y mintiendo su triunfo? El interés de Romberg en melodías populares rusas también se puede notar en su Capricho basado en canciones rusas, las variaciones sobre temas rusos Op. 52 y los Souvenir de San Petersburgo.

Cabe señalar que la brillante interpretación de Romberg de las canciones rusas en sus variaciones, hechizó al público no sólo en Rusia, sino en Viena, Praga, Berlín y otras ciudades de Europa. Sus conciertos para violonchelo fueron muy populares en Rusia durante el siglo XIX. En los años 1830 y 1840 se llevaron a cabo conciertos muy menudo con su hijo y su sobrino Karl Cipriano - ambos vivieron en Rusia por un largo periodo. El excepcional violonchelista y maestro de Davydov, Karl Schubert, quien vivió la mayor parte de su vida en Rusia, también fue un exponente e interprete impecable de estas obras. El mismo Davydov es conocido por haber tocado el noveno concierto de Romberg con la orquesta en varias ocasiones.

(Una nota especial es que en 1911, el programa de la competencia de violonchelo dedicada al 50 Aniversario de la Sociedad de Música Rusa, ofreció conciertos de Romberg).

A pesar de las diferencias básicas con Davydov sobre los conceptos educativos de Romberg, el violonchelista ruso utilizó a menudo los conciertos de Romberg en su labor docente. Fue larga y duradera la actividad de Romberg en Rusia, sus relaciones con ilustres figuras de la música rusa, así como también sus composiciones sobre temas populares rusos, son una valiosa contribución a la historia en los intercambios musicales entre rusos y alemanes. La peculiaridad del apellido Romberg en la historia, es que, atrajo el telón principal a una etapa en el desarrollo del arte del violoncello, cuyas máximas figuras fueron Boccherini y Duport, y abrió nuevas perspectivas, o para usar las palabras de Becker, la "nueva constelación" formada por los nombres de Romberg, Servais y Davydov.

Al principio…

El compositor y violonchelista alemán Bernhard Romberg, cuya carrera se desarrolló fundamentalmente como violonchelista, instrumento que había aprendido de su padre, el también músico Anton Romberg. Bernhard, nació en 1767 en la localidad de Dinlage, perteneció a una familia de músicos que estaban al servicio del príncipe-obispo de Münster, Maximilian Friedrich. Su abuelo Balthasar Joachim había instrumentado gran parte de la música militar del obispo alemán y su tío Gerhard Heinrich fue uno de los más destacados violonchelistas de la corte.

Bernhard se subió por vez primera a un escenario a la edad de siete años. Lo hizo acompañado de su primo Andreas, quien tocaba el violín, en un concierto en Münster en el año 1774. El éxito de aquel concierto le permitió recorrer varias ciudades europeas ofreciendo música de cámara en Frankfurt, Leipzig, Ámsterdam y París. Esta ultima ciudad los acogió en los prestigiosos Concerts Spirituels.

En 1790 los primos Romberg se establecieron en la corte del Príncipe Elector Arzobispo de Colonia, en Bonn, bajo la tutela del prestigioso maestro de capilla Andrea Luchesi. En esta ciudad tuvieron la ocasión de tratar a Ferdinand Ries y a un joven Beethoven, con el que volvería a encontrarse años más tarde en Viena. Beethoven, que admiraba profundamente los conocimientos técnicos de Romberg, le ofreció componer para él una pieza para violonchelo, pero el joven violonchelista declinó la invitación escudándose en que prefería interpretar sus propias piezas musicales. El transfondo era que Romberg no compartía la mayoría de las ideas musicales del músico de Bonn aunque mantuvieron siempre una relación cordial. Sin embargo, Bernhard aceptó interpretar en 1795 en Viena la Sonata para dos violonchelos op. 95 por una cuestión meramente económica. Cuando en 1795 las tropas revolucionarias francesas invadieron Münster, la orquesta de la Hofkapelle se disolvió y la familia tuvo que exiliarse en Hamburgo donde las dificultades económicas afectaron a todos los miembros del clan familiar. Romberg decidió entonces viajar por Italia y Austria, y en la capital austriaca tuvo lugar el reencuentro con Beethoven.

A comienzos del nuevo siglo Berhnard se establece en Berlín como miembro de la Orquesta de la Corte de Prusia y tras varios periplos por Europa retornará de nuevo a Berlín en 1814 y allí disputará con Weber el cargo de Kappellmeister que logrará obligando a la partida de Romberg a Dresde, donde disfrutará con el tiempo de una gran reputación. Su muerte tuvo lugar en 1841 en Hamburgo, ciudad donde vivirá las últimas décadas de su vida centrada en la composición de una amplia y maravillosa serie de cuartetos de cuerda para el instrumento del que era un virtuoso, diez conciertos, tríos para diversas composiciones de cuerdas y una cincuentena de diversas piezas, tres Sinfonías y dos óperas.

En el campo musical Romberg aportó a la interpretación del violonchelo, la simplificación en el uso de 6 claves a sólo tres: la clave de fa, la de Do en cuarta línea y la de Sol. Antes de esta innovación técnica, los violoncelistas como Luigi Boccherini empleaban una gran variedad de claves (más de 6 en su caso) a las que se les daban diferentes utilidades.

Romberg también propugnó para que los chelos para niños, sean de medidas acordes al tamaño de sus brazos y manos, además, en la historia del violonchelo, marcó toda una época en la transición del estilo clásico al romántico. También fue el primer violoncelista en tocar de memoria en un recital. Logró un brillante desarrollo del virtuosismo en el violonchelo y una gran evolución de este instrumento musical, y, el valor educativo que sus conciertos para violonchelo tienen en la actualidad, es muy significativo.

Las curiosidades

Un dato curioso es el señalado en un artículo de William Klenz titulado ¿Piratería, saqueo, plagio o parodia? (publicada en Music Review Vol. 34, 1973), sostiene que la sonata op. 38 en mi menor de Brahms tenía el mismo opus que el de la sonata de Romberg, la misma tonalidad, y muchas similitudes en algunos pasajes, los mismas indicaciones de tempo, etc., sólo que la de Romberg fue compuesta en 1838 y la de Brahms en 1861. También señala las similitudes con los números 3 y 13 del Arte de la Fuga de J. S. Bach. Varias de las fuentes consultadas para ese artículo mencionan la similitud de la sonata con otras piezas escritas por otros compositores. 

También compuso al menos tres obras importantes para flauta y fue cuando Romberg era maestro de capilla del rey de Prusia en Berlín entre 1815 y 1819 que su Concierto para flauta y orquesta en Si menor fue publicado como álbum de piezas por la editorial Peters con el número de opus 30 (también designado por el mismo editor par uno de sus conciertos para violonchelo). Se lo envío a la editorial Berlin, de Adolph Schlesinger y, probablemente fue escrito un poco antes, pues en una carta de 1819 dice que él había designado el opus 17 para el concierto de flauta. La pieza consta de tres movimientos, de los cuales, el primero, con su largo tutti orquestal, es el más importante, pues en él, hay muestras tanto del trabajo de pasajes brillantes, como de secciones líricas. El movimiento lento es una pastoral en Sol Mayor, donde la flauta traza un bordado sin más que un acompañamiento de la sección de cuerdas, y el encantador rondo ofrece interludios de gran bravura y un deslumbrante coda . La orquestación  y tiene una orquestación que consta de oboes, cornos, fagotes y timbales, además de las cuerdas. Fue sin duda la falta de una reducción para piano, lo que mantuvo a este excelente concierto en el olvido y lejos del repertorio más interpretado.

Fuentes: 

http://en.wikipedia.org/wiki/Bernhard_Romberg

http://imslp.org/wiki/Category:Romberg,_Bernhard

domingo, 13 de octubre de 2013

El hombre que intentó asesinar a Díaz Ordaz, un caso muy extraño




El hombre que intentó asesinar a Díaz Ordaz

El 5 de febrero de 1970, Gustavo Díaz Ordaz, presidente en turno de aquel sexenio a punto de concluir, casi fue blanco del ataque perpetrado por un solo hombre. Por increíble que parezca, el perpetrador de aquel intento de asesinato, hoy esta libre y es un indigente de 72 años que deambula por las calles de la colonia Cuauhtémoc en la ciudad de México y, para sobrevivir, pide limosna a los transeúntes. Su estado de salud ya no es muy bueno que digamos, sin embargo, y a pese a ello, es un hecho muy raro que aun este con vida después de intentar atentar contra la vida de un presidente, sobre todo en aquella época. 

Carlos Castañeda de la Fuente, un mecánico con 29 años de edad en aquel año de 1970, intentó asesinar al ex presidente Gustavo Díaz Ordaz un jueves 5 de febrero de 1970. Tras haber fallado en su intento, estuvo encerrado a “cal y arena” durante 23 años en un área especial del hospital psiquiátrico Doctor Samuel Rodríguez Moreno, dicha área era denominada “la granja”. Para ello, se construyó un sitio especial para su estancia en el psiquiátrico: el pabellón 5. Este hospital tenía apenas 3 años de haber sido construido en la Colonia Santa Catarina Yecahutzotl en la Delegación Tláhuac.

El magnicida o héroe –según se le quiera ver- se mantuvo casi siempre aislado, es decir, casi completamente solo en este sitio de 2 x 2 metros por el fallido intento de homicidio en contra Díaz Ordaz. Durante todo el tiempo que estuvo encerrado, se mantuvo con un férreo régimen de lecturas bíblicas. Según relata él mismo, recuerda haber estado leyendo día tras día los pasajes de la Biblia con la única excepción de los momentos en que fue sujeto de interrogatorio, vejaciones o torturas de la policía. Relata que el suplicio duró más de ocho años, además de los experimentos de los que fue objeto, o en el mejor de los casos, cobaya para probar distintas drogas que le fueron suministradas a la fuerza.

Carlos Castañeda cuenta que en un arrebato de enojo e impotencia, generado por la matanza ocurrida en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco y el Casco de Santo Tomás, trato de tomar venganza por la matanza y desaparición de muchos de estudiantes acaecida el 2 de octubre de 1968.

Castañeda consideraba que entre el discurso y la realidad del presidente Díaz Ordaz y su secretario de gobierno Luis Echeverría, existían muchas discrepancias. El hartazgo llegó a colmar su paciencia, porque decía que inclusive después de la matanza del 68, el cardenal Garivi Rivera hizo pública una felicitación al presidente de la república. Lo que sólo confirmaba la complicidad entre gobierno e iglesia, la cual siempre fue más cercana al régimen de Díaz Ordaz.

Las razones para fraguar el atentado, comenzaron a tomar forma desde 1968. Castañeda dice haber asistido a las manifestaciones sin ser parte activa en ellas, tan sólo un espectador y, por increíble que parezca, lo vio en ellas lo llevo a delinear en su mente las acciones necesarias para acabar con la vida de Díaz Ordaz. Más increíble resulta que el mismo Castañeda era priísta, pues se afilió al partido el 19 de mayo de 1961 con la credencial 5883 como miembro del sector popular.

Carlos  Francisco Castañeda de la Fuente nació el 2 de mayo de 1941. Era parte de una familia que estaba conformada por cuatro hermanos. Cuenta que en 1958, su madre Carmen de la Fuente murió de leucemia, y en 1963 su padre, Cástulo Castañeda falleció a causa del cáncer. Aparentemente su parto se adelantó y "nació en la calle golpeándose la cabeza". Desde niño se le describió como "tímido e introvertido, medroso y evasivo". Desde su infancia y hasta su aprehensión vivió en una vecindad de la colonia San Rafael, conviviendo con sus padres y hermanos hasta antes de 1968. Fuentes cercanas a la familia dicen que sus padres fueron cristeros. 

Debido a las carencias en casa no pudo continuar estudiando, por lo que no le quedó de otra mas que trabajar: primero en una tienda de abarrotes y más tarde en un taller mecánico.

Paso por su mente tomar los hábitos y dedicar su vida a la iglesia, por lo cual estudió inglés durante dos años en el Instituto Metropolitano, el cual estaba situado en la calle de Río Tiber. En 1967 y con 26 años, ingresó a la secundaria nocturna número 18. En 1968 conoció en esa escuela a otro estudiante de nombre Manuel Vázquez Montero, el cual era dirigente de Acción Católica de la Juventud Mexicana (ACJM). Fue él quien se ofreció para presentarle a un obispo que llegaría a las oficinas de la ACJM, con el objetivo de facilitar su ingreso a un seminario en el estado de Oaxaca. Sin embargo, Castañeda desistió ingresar al seminario, pues consideraba que “la Iglesia permite matar cuando es en beneficio de ella misma, aunque no lo promueve."


                                                                               (Expediente del caso)

Relata que la idea de matar al presidente "nació en él cuando leyó el libro denominado Héctor, que le fue regalado por Manuel Vázquez Montero, a efecto de que estudiara los antecedentes de la revolución cristera de 1926", según indicó en la declaración que Castañeda de la Fuente hizo ante la Dirección Federal de Seguridad, la extinta DFS.

Mostró el libro durante su comparecencia inicial, aclarando que los párrafos subrayados y marcados fueron hechos sólo por él.

Quedó asentado en su declaración: "consideró que el principal responsable de las matanzas ocurridas era en primer lugar el señor presidente de la República, pero que también tenían responsabilidad otros funcionarios del régimen. A partir de entonces comenzó a germinar en su mente la idea de asesinar al primer mandatario y, si lograba escapar, continuaría planeando y cometiendo iguales actos contra otros funcionarios, pensando que el siguiente podía ser cualquiera de los licenciados Luis Echeverría Álvarez o Alfonso Corona del Rosal, y posteriormente algún diputado o senador". Habría que recordar que “la cola” de acciones posteriores era muy común de la DFS.


                                                                                 (El arma que utilizó)

También dice haber acudido a las manifestaciones de 1968, en las cuales escuchó pedir la libertad de luchadores sociales y presos políticos como Demetrio Vallejo y José Revueltas, pero jamás tomando parte activa en los otros actos (Casco de Santo Tomás).

El detenido dijo "que le calaba muy hondo el problema social que entrañaba el movimiento, lo cual se agudizó cuando intentó de manera infructuosa inscribirse en el Instituto Politécnico Nacional", en la vocacional Wilfrido Massieu.

Este hombre que un día fue la noticia más sonada de aquellos tempestuosos días en febrero de 1970, en pocos meses fue literalmente borrado del mapa colectivo. Casi todo el expediente de este personaje, fue destruido o borrado parcialmente y no existen muchas pruebas: expedientes médicos parciales, fichas de ingreso ni nada acerca de sus tormentosos 23 años de aislamiento en aquel nosocomio. Hubo “línea” para borrar su existencia en éste país. Tuvieron que transcurrir 43 años para que su historia salga a la luz pública. Sin embargo, a pesar de estar en libertad, su condición de vagabundo, sólo ha servido para que pase desapercibida su historia.

Una mañana de febrero de 1970, Carlos Castañeda salió del departamento que ocupaba en el número 24 de la calle Velázquez de León número 80, en la colonia San Rafael alrededor de las 10:45 de la mañana. Ese día, el presidente Díaz Ordaz tenía programado un recorrido con motivo del 53 Aniversario de la Constitución. Él se enteró de ello esa misma mañana porque lo leyó en el periódico El Universal. En su relato, cuenta que había como 100 soldados, guardias presidenciales y mucha gente haciendo valla desde Insurgentes hasta el Monumento a la Revolución. En dicho recorrido, el entonces presidente, pasaría por el Hemiciclo a Juárez y el Monumento a la Revolución. En éste último sitio, Carlos Castañeda se apostaría para esperar el paso de Díaz Ordaz. Llevaba consigo un pequeño maletín de plástico en donde guardaba una pistola Luger calibre 38, la cual adquirió por 900 pesos con los ahorros de todo un año. En el maletín también se le encontró un documento o manifiesto de 6 hojas. Curiosamente, al salir de su departamento, Castañeda depositó en el buzón del correo, un "manifiesto" que contenía lo que ha su juicio, eran las razones para cometer aquel asesinato.  


Carlos Castañeda, un hombre con 79 kilos y 1.66 metros, se vio imposibilitado para quedarse en el Monumento a la Revolución debido a la excesiva cantidad de gente, lo cual le impedía tener una posición privilegiada como él había planeado, por que optó por colocarse en otro sitio: la esquina de Insurgentes y Gómez Farías. Cerca del mediodía, alrededor de las 11:45 de la mañana, cuando se acercaba lentamente un auto que él pensó que era en el que viajaba el presidente, y atrás de él, quizá toda su comitiva, se preparó. En aquel instante, Carlos Castañeda sintió subir la adrenalina, pues el auto iba acercándose cada vez mas. Se estaba haciendo realidad la oportunidad tan anhelada. Cuando el auto ya estaba frente a él, quizá sólo 8 metros le separaban de su objetivo, Carlos sabía que ese sería el momento –su momento- o nunca más podría volverle a tenerlo tan cerca. Dentro de su maletín accionó el arma y disparó su Luger contra el auto en el que Carlos Castañeda pensó que viajaba el presidente Díaz Ordaz. Se equivoco: en el auto contra el que disparó, viajaba el secretario de la Defensa, el general Marcelino García Barragán. El disparo pegó en la carrocería del automóvil y se incrustó en él; consciente de ello, Castañeda reaccionó inmediatamente y trató infructuosamente de volver a disparar, sin embargo, el arma se atascó. No había más que hacer, la pistola quedó encasquillada. Con desesperación, nuevamente intentó accionar el arma pero no ocurrió nada. Ante el hecho intentó huir desesperadamente, pero finalmente fue alcanzado por elementos del estado mayor presidencial. En un instante se encontró contra el piso y en pocos segundos ya lo habían “echado” dentro de un auto. En el interior, con el auto andando, comenzó el interrogatorio: ¿Por qué trataste de matarlo? ¿Quién te mandó? ¿Para quién trabajas? Él sólo respondía por inercia ante la golpiza que le estaban propinando, aduciendo que sus razones tenían que ver con la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco, que nadie lo había enviado y que era católico. Inmediatamente después de ser detenido, el Estado Mayor Presidencial lo paseo por tres lugares, primero en la Casa Museo de Venustiano Carranza, en la calle de Río Lerma, en la colonia Juárez, después fueron a la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y finalmente al Campo Militar Número 1, en todo los sitios fue torturado.

Carlos Castañeda relata: ''El comandante Nazar Haro hizo que me bajaran los pantalones y con un cordón de hilo de cáñamo me amarró los testículos y me dio un jalón muy fuerte; me dijo que rezara el credo, así, hincado ( ...). Como no demostré miedo no me hicieron nada más (...) Dijeron: 'no le tiembla la voz, está muy bien aleccionado', declaró Carlos Castañeda de la Fuente al periodista de la Jornada Gustavo Castillo García.
                                                                              El elegido de Dios

En otra entrevista que realizó el periodista Eduardo Monteverde, la cual incluye en su relato "Yo intenté matar al Presidente", que fue publicada en el libro Lo peor del horror, relata Carlos Castañeda lo siguiente:

“Primero me llevaron a la Federal de Seguridad, a unas cuadras en la misma plaza. Me preguntaron ‘¿Quién te pagó, mandó u ordenó?’ Nadie, les contesté. Luego me tuvieron diez días en el Campo Militar Número 1. Fue cuando me dijeron que cómo quería morir, si quemado o fusilado. Les respondí que en el paredón, como un último deseo. Me dijeron que me agachara, me pusieron una pistola en la cabeza y les dije que eso no era fusilar. No me temblaba ni la voz ni el pulso”.

Castañeda relata que primero estuvo recluido durante tres años en una cárcel especial de la secretaría de gobernación (en aquellos años Luis Echeverría ya era presidente), durante este lapso, cuentan algunos ex empleados del hospital psiquiátrico (ahora conocido como La Castañeda), comenzaron los trabajos en el Samuel Rodríguez Moreno. En un principio se dijo que se trataba de un anexo especial para pacientes especiales del nosocomio. Transcurridos los tres años, al parecer Carlos Castañeda fue trasladado en estado inconsciente a su nueva morada: el pabellón 5. En ella, se acostumbró – o resignó- a la soledad. Sin embargo, para sorpresa suya, en julio de 1976 llegó al bunker, para compartirlo con él, un hombre un poco mayor de edad que él apodado “La Tora”. tiempo después se enteró quién era la Tora. Era de los reclusos que se trasladaron a diversos centros después del cierre del Palacio Negro (Lecumberri). Según algunos médicos, este sitio era conocido como “la granja” del Rodríguez Moreno y era un sitio hermético para un loco desquiciado, asesino en serie y completamente trastornado como él. Cuentan que cuando la Tora andaba suelto en Lecumberri, todos los presos (más de 3000) protestaban por su alto grado de agresividad. Sin embrago, la Tora murió en ése sitio en 1993. A pesar de que las autoridades estaban conscientes de todo lo anterior, a Carlos Castañeda le tocó compartir el lugar con éste personaje que cargaba con más de cien homicidios.


                                                                  (Pabellón 5 del Rodríguez Moreno)


Por otro lado, existe otra versión de su reclusión, y apunta que Carlos Castañeda ingresó el 15 de julio de 1970 al hospital psiquiátrico campestre "Doctor Samuel Ramírez Moreno" acusado de "tentativa de homicidio" y en una primera etapa pasó dos mil 500 días en un cuarto de dos por dos metros en el "Pabellón 5", espacio creado exclusivamente para pacientes que se encontraban bajo resguardo federal.

En un relato que Castañeda confesó a Monteverde dijo: “Realmente fue en el búnker donde me di cuenta que era profeta. En esa tumba recordé el Apocalipsis, capítulo XXI, versículos 1 al 5, donde habla de los 144 mil elegidos y elegidas del Dios santísimo. Me dije que era yo de ellos, aunque sé que no soy Dios, pero hablo por su boca”.

El expediente clínico de Castañeda era único por el conjunto de condiciones expuestan en él: cuadro psicótico crónico, esquizofrenia, ideas delirantes del tipo crónico y religioso. Además de creerse profeta, el enfermo aseguraba que era asexual y condenaba la masturbación, aunque cuando salió del búnker, dicen que mantuvo relaciones sexuales con muchos internos.

                                                               También al profeta le tocó ser cobaya

La situación de este personaje que casi se vuelve ídolo de muchos que detestaban a Díaz Ordaz, la relata el escritor Fabrizio Mejía Madrid en su libro Salida de Emergencia. En un pasaje titulado "Un hombre borrado", el cual se relata en primera persona, como el receptor de los experimentos con psilocibina y fenciclidina a los que fue sometido Castañeda:

“En febrero de 1971 me pusieron esa inyección. Sentía torcidos los nervios de los pies y la mandíbula. Sentía desesperación, tenía miedo, lloraba. Ocho horas duró el efecto. Me dieron medio “Artane” porque me quitaba la ropa y me retorcía en una cobija en el suelo. En cuatro horas me tranquilicé, pero después me sentí otra vez desesperado, con miedo. El efecto me rebotó como durante un mes, pero iba disminuyendo lo que sentía”.

“Oigo voces cuando no tomo los medicamentos. Casi nunca hay y cuando hay los tiro a escondidas. Se dan cuenta y me los dan a la fuerza como hace rato. Parece que gozan. Son una mortaja para el profeta”.

Además de su historial clínico, en su expediente se encontraron dibujos pornográficos que enviaba a Televisa, dirigidas a Gloria Trevi y Alejandra Guzmán: “Yo, Carlos Francisco, te amo; ven Alejandra Guzmán. María Magdalena levanta tu mano, enséñame”.

Tras ocho años de continuos interrogatorios, en 1978, las autoridades quedaron convencidas de que Castañeda actuó por cuenta propia, absolutamente solo, no había una camarilla detrás de él para asesinar al presidente, o complot alguno que perseguir. Tras pasar muchísimos años encerrado en el mismo sitio, las autoridades del psiquiátrico optaron por sacarle de “la granja”. Ya no estuvo en aquella caja fuerte, pero siguió recluido en el mismo hospital. Fue en el año de 1992, que la Comisión de Derechos Humanos se percató de que no había o existía ningún proceso legal contra Castañeda, gracias a la actuación de la pasante en Derecho Norma Ibáñez, Carlos Castañeda logró su libertad. Un año después, la Secretaría de Gobernación borró todo su expediente. También se destruyó el búnker. Algo que es curioso de destacar, es que la misma abogada Ibáñez, es la que le volvió  a encontrar pidiendo limosna cerca de su lugar de trabajo.


                                                                    (Carlos Castañeda en la actualidad)

Sin más que hacer con él, salió libre el 23 de diciembre de 1993. Al día siguiente pasó la Navidad con su hermano. Después de unos días, se fue de la casa sin despedirse. Nunca más se volvió a saber nada de él, hasta hace pocos años, el 2004 para ser exactos. Ahora que ha sido rescatada su historia en el documental El paciente interno, dirigida por Alejandro Solar, su vida vuelve a ser tema de interés.

 Fuentes: La Jornada, Gustavo Castillo García, Alejandro Solar, Juan Soto Ramírez, "Locura y delito, los imputables" de Sergio García Ramírez.