lunes, 7 de octubre de 2013

El taco: una delicia tóxica para paladares muy rudos





El taco: un delicia toxica para paladares rudos

Es un deber del alma chilanga realizar el tour por las taquerías más emblemáticas de la ciudad de los palacios: el DF. Muchos expertos juran que en la ciudad de México están los templos más representativos dedicados al culto del taco, aunque  muchos o alguno que otro tercie, que el paisa de la esquina de la cantera (calle) se la ejecuta y rifa mejor, o el clásico slogan taquero “Los de mi paisa están en talla”

Cuando el tema de los tacos sale o salta a relucir, casi cualquier mexicano contesta “Es que no has probado los del paisa fulano o mengano o perengano de tal…” Escribir la historia de las taquerías en México sería digno de una agotadora serie de volúmenes con cientos de páginas conteniendo la descripción de muchas taquerías extintas, así como de tacos que ya son objeto de museo o que están en peligro de extinción, amen de las taquerías que están en boga.

Según la definición de Wikipedia: Los tacos son un platillo de origen mexicano que consiste en una tortilla enrollada (generalmente de maíz, aunque en el norte de México se emplean también las de harina de trigo) que puede contener, de manera opcional, algún aliño dentro de ella.

Una de las figuras más importantes en el arte del taco, casi venerada, es el taquero que ha sido bautizado cotidianamente con el mote o sobrenombre de “paisa”.  Este personaje ha sido poseedor a lo largo del tiempo, de la más alta de las estimas, además de muchas veces ser el motor que ha originado los cambios o “addendum” al idioma, por su participación en las constantes modificaciones que ha propiciado su preciado arte. “Paisita, dame 6 tacones de lengua con arta (mucha) mecha (salsa)” o el clásico “paisa, échame 2 de ojo, 1 de nenepil, 2 de picos (cachete) y 1 de buche”. También en alguna época se solía escuchar al crudo (con resaca) comensal decir “Paisa, saca un alma del purgatorio (la cruda), ponme 4 de suadero con copia (doble tortilla) y un cacho (porción) de llorarás (salsa muy picante)”. Recuerdo en sus baños, a muchos aficionados a la insana ingesta de tacos cargados de salsa muy picosa decir para sus adentros o a grito pelado: ¡Pinche paisa...te pasaste de culero! O también se les podía ver sentaditos en su water con ojos saltones, o en casos excepcionales con una lagrimita correr en su mejilla (por el esfuerzo), dadas las circunstancias ocasionadas por la extrema salsa. Algunos adeptos al taco con salsa brava, los pude llegar a ver haciendo “cochecitos” a lo largo del pasillo, o tocando (o mejor dicho rompiendo) la puerta a causa de la emergencia –difícilmente atendida en el 911- con gritos desaforados y esgrimiendo la frase “APURATE”; en otras ocasiones también uno podía escuchar desde el otro lado del baño, a alguna víctima del holocausto taqueril gritando: Abre la puerta que me estoy cagando y no es de risa… 

Los tiliches del maestro taquero…

Todo maestro taquero que se jacte de poseer los conocimientos milenarios acerca de la preparación del arte del taco, deberá de tener consigo siempre los tiliches de todo gran “illuminati” de la tortilla enrollada.

El tronco para picar las carnes, deberá de estar hecho con madera de encino. El proceso para su “curación” o preparación consta de varios pasos: lijar la superficie del tronco, lavarlo con agua y jabón muy bien, para después pasar al engrasado y untado con manteca de cerdo, a lo que le seguirá otra lavada más con agua y jabón. Una vez terminada la limpieza de los residuos de la enjabonada, se le pondrá aceite vegetal y limón al tronco, para dejarle secar algunos días. Luego de comprobar que el tronco esta seco, se vuelve a la lavada con agua y jabón. De nuevo limón y la primera “picada” con una cebolla que se deja sobre la parte superior del tronco durante algunas horas. Después de la picada, se vuelve a lavar y listo el primer implemento del maestro taquero.

Otro tiliche de uso cotidiano para el buen maestro taquero es el hachuela o cuchillo taquero, el cual deberá de contar con un buen peso y filo para el perfecto balance y ataque al trozo de carne. Las hachuelas hechas por los maestros forjadores de Sahuayo Michoacán son las mejores, a pesar de lo que digan las otras voces acerca de las bondades del instrumental chino. Las medidas “oficiales” de este implemento van de los 26 a los 35 cm y unas 4 pulgadas de alto.

El molcajete deberá estar fabricado en piedra volcánica negra y curado con ajos y cebolla para su primera “molienda”, y con chiles verdes en la segunda para después lavarse muy bien y quedar listo para recibir su primera salsa. Hay que obviar que las y los flojos usarán licuadora, que NO ofrece la misma textura y resultado.

Otros elementos para la preparación y degustación del taco son el salero, el porta palillos, el metate, el trasto con verduras (cilantro, cebollas, rábanos, pápalo, etc.), los limones, el aguacate, por supuesto que no puede faltar el comal de taquero, el cual deberá ser cóncavo y convexo, los “chescos” (refrescos o tepache). Otro elemento necesario que hace lucir “ad hoc” a una buena taquería es la figura del perro pedinche, a la cual puede sumársele la presencia de un típico teporocho y una buena colmena de moscas revoloteándole al gourmet y exigiendo su tajada. Otro elemento de una buena taquería es el foco a medio cubrir con el papel de estraza. Otra manera de descubrir o comprobar que estamos ante una buena taquería, es cuando el comensal empieza a pedir tacos por hora en lugar de unidades.

Hace unos 40 años, el taco era un tentempié reservado sólo a las clases más pobres de México, sin embargo, con el correr de los años, las taquerías comenzaron a ser objeto de culto de aquellas clases populares que lograron escalar o remontar económicamente el estrato social del que provenían. Más tarde, las taquerías empezaron a inundar los locales de la glorieta de Vertiz, otro tanto se empezaron a ver en las colonias Roma, Narvarte, del Valle, etc., hasta llegar a los lugares mas chics de la ciudad de México. Muchos factores tuvieron que ver para que este proceso diera como resultado su aceptación entre las clases más nice o sashis, pero definitivamente la que más peso tuvo fue la asociada a la cruda o resaca de los niños fresas, o el hambre feroz desatada tras una tremenda “pedafernalia”. En esta promoción del taco a otras esferas, es innegable la aportación inicial del taco de pastor con piña, por ser más light a la vista de las niñas o chavos fresotas. Tras este hecho, podemos deducir que la incorporación de otro tipo de tacos a la “buchaca” de la high society, fue más fácil. El taco en su expansiva historia ha sido objeto de innumerables mutaciones. Sin duda, estos cambios han hecho que el taco trascienda todos los estratos sociales, aunque sean de nana, buche o cualquier otra sustancia tóxica a los ojos o al fino olfato de catadores refinados y educados bajo el manto de “papis” con mucha pasta, pipa o guante.

El taco es un ícono de la cultura ancestral mexicana, quizá podría hasta declararse patrimonio de la humanidad. Es innegable que la taquiza posee cualidades propias que le hacen merecedora de la más alta gama del colesterol y los triglicéridos. Comer tacos en cualquier lugar no es lo más saludable, y sólo es equiparable a jugar ruleta rusa con 5 balas en el cilindro. También es notorio el castigo del que se hacen acreedores los que intentan tragar tacos en cualquier sitio, por más bonito o limpio que este parezca, la venganza de Moctezuma no perdona a ningún sistema digestivo por más rudo que este sea. Se recomienda ser muy cauto para no caer en la desgracia del sentón, el cual ocasiona serios trastornos con sus referidas crisis colmadas de evacuaciones, carreras para no salpicar o recubrir el piso que nos lleva al baño, las consabidas disonancias que emergen desde lo más hondo del recto, hasta los gritos más desaforados causados por el dolor o ardor resultado de sus salsas, y, no menos importante, la constante mención del “Dios mío, porque me has abandonado…”

Muchos expertos en la degustación del tacón nos refieren que, para que un taco sea bueno necesita contar con la santísima trinidad: buena tortilla, buen relleno y excelente salsa.
Hace algunas décadas, sabemos que la cocina era un espacio únicamente matriarcal, y hay de aquel que osará atreverse a meter mano en algún guiso. Cuentan que los mexicanos nacemos con un taco bajo el brazo o de plano en la boca. Desde que somos pequeños, nuestras madres nos han hecho un rollito de taco con una tortilla y sal. Otro tanto les tocó una tortilla con sólo salsa.

Los tacos los podemos encontrar en varias presentaciones o rellenos: tacos asados, fritos, al pastor, al vapor, las famosas flautas hasta el cuestionable burrito gringo. Algunos especímenes, ya están al borde de la extinción, como por ejemplo el verdadero taco de nenepil, el de criadillas o los de machitos.

De acuerdo a varios investigadores, se comenta que la primera taquiza (comida colectiva que consiste en comer tacos) de la que se tiene conocimiento, fue documentada por Bernal Díaz del Castillo, en su crónica, "Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España", realizada por Hernán Cortés, en Coyoacán para sus capitanes.

Taquerías de los años 70s...

Taquería el Toro

Los tacos del Toro existieron en José T. Cuellar esquina con 5 de febrero.

Su especialidad: Suadero, tripa y longaniza con altos grados de toxicidad. Sus salsas podían desatar altos grados de religiosidad al invocar a Dios en la primera visita al baño o en el primer sitio donde se desencadenara un siniestro altamente escatológico.

Era una taquería de espacio reducido, a unos pasos del puesto de revistas usadas frecuentada por los fanáticos del soft porn. Su sabor era extremadamente fuerte, con tortillas pequeñas. El taquero que atendía en este sitio era llamado el Mil sombras por la eficacia de su pócima al día siguiente. Había de todo tipo de comensales en su taquería. En no pocas ocasiones fui testigo del “asalto” a panza armada en la visita de depredadores dignos del record Guinness. No era para menos, sus tacos eran adictivos y su salsa cumplía con todas las especificaciones de un “guru” del taco. En ocasiones se podían acompañar los tacos con un rico tepache. Ahora en su lugar sólo quedó la tintorería.

Taquería Chabelo

Su especialidad: Las carnitas de cerdo y el chicharrón con salsas solo para duros de enchilar equipados con sistemas de escape (intestinos) para trabajos muy pesados.

Los tacos de Chabelo llegaron a ser punto de referencia y reunión. Estaban ubicados en Ferrocarril de Cintura y contaban con un amplio lugar para degustar sus manjares. Sus salsas eran verde (muy picosa) y roja (sin progenitora y con antecedentes penales). La tortilla era grande y todavía de maíz artesanal. Por regla, cuando uno salía de la taquería y miraba su propia lengua, parecía que uno había comido –o lamido- 10 paletas de grosella. Después de “ejecutar el numerito” de probar sus salsas, uno se quedaba con la sensación de anestesia en los labios y con una lengua de color rojo-nalga de papión o beduino. El precio del “morning after” a través de la ciencia escatológica, muchos lo recordaran toda la vida. Quien probó los tacos y las salsas de Chabelo, saben lo que es “propulsión a chorro” y, las flatulencias derivadas de éste valeroso acto, hacen ver a los gases de un hipopótamo, como un simple “pum” de bebé.  

Taquería Rosita Alvírez

Su especialidad: los tacones campechanos y costeños. Sus salsas molcajeteadas son exclusivamente para traseros “Todo terreno” y que no requieran de hielo para untarse en la terminación del colon a la hora de la hora…

Esta taquería que data del año de 1946, ha sido un lugar de reunión o visita de muchos famosos. Este expendio no tiene la malinchista reputación del Taco Bell quizás por estar localizado en una zona más “asalariada” o marginal (como dice la filosofa Laura Bozzo). Enclavada en la colonia Portales, esta taquería ha sido a lo largo de 67 años, el panacea de muchos crudos, o uno que otro visitante en plena gira etílica. Siempre se recuerda la calle de Alhambra en Portales por los tacos de la Rosita. Su picosas salsas nos llevan evocan la clásica frase del patito de hule: Recuérdame…

Taquería Beto

Su especialidad: Los campechanos con muchos despojos tóxicos. Su salsa puede hacerles incurrir en el pecaminoso y bajo mundo de la lengua entumecida y roja, con carreritas ocasionales al inodoro.

La taquería Beto es una verdadera joya de la gastronomía criminal. No existe un comensal profesional del bajo mundo que no haya probado los tacos asesinos de este sitio enclavado en la Narvarte. El doctor House del Taco, Don Beto, tiene más de 30 años certificando médicamente la resistencia de muchos estómagos del país, a través de sus tacos de suadero, longaniza y chicharrón, con el esmero de un investigador en pruebas de resistencia, Don Beto se erguido por encima de muchos contrincantes. Sus tacos, están preparados y curados con las sobras que se entremezclan en el fondo del cazo, por lo cual, no pocas veces el proceso parece un simulacro de PEMEX. Tras la extracción del “crudo”, Don Beto sólo agrega a su elixir, los materiales consumibles para lograr sus excelsas creaciones. La salsa bien podría ser denominada o contener la leyenda “Para uso exclusivo del ejército.

Taquería El Borrego Viudo

Su especialidad: La taquiza de pastor, suadero y cabeza. Salsas para intestinos aventureros…

Fundada en plena crisis estudiantil de 1968, esta meca del taco, es un lugar obligado para visitar en Revolución, esquina Viaducto. Cuando se habla de tacos, se hace imperante la mención del Borrego Viudo. En este sitio, se puede contemplar a más meseros que en una marcha del CNTE y no es para menos, los comensales abarrotan el lugar en horas de comida, cena o parranda. En las noches puede apreciarse a muchos amantes del taco o en estado inconveniente por este lugar, lo que casi podría parecernos una reunión plenaria de Alcohólicos Anónimos. Cuenta con un estacionamiento muy amplio y sus salsas son de esas que nos dicen: Pruebe bajo su propio riesgo…

Taquería el Paisa

Su especialidad: el pastor y la pierna. Sus salsas son equiparables a las sustancias usadas por el “pozolero” para deshacer cuerpos. El Paisa es un ícono de la comunidad sado-masoquista por la contundencia de sus ultra picosas salsas, además de los daños directos y colaterales que propina al sistema digestivo…

El Paisa es visible desde la Luna dadas las características del tamaño de su mega trompo, no sé cuántos kilos coloca en él, pero a mucha gente le da la impresión de asemejarse a una res en canal. Esta taquería ubicada en Coruña abrió sus puertas en el año de 1962. Sus tacos son reconocidos por todos los amantes del taco underground, y según cuenta la leyenda urbana, estos tacos son el examen final de todos los traga-fuegos que se apostan en las esquinas de la ciudad. Su salsa es materia prima del pozolero (conocido criminal) y dadas sus características, un buen cúmulo de médicos la recomiendan ampliamente para matar cualquier intruso intestinal, aunque sus consecuencias son parecidas a las de una gran exposición a radiaciones de alto poder. La mezcla contenida en su salsa, bien podría caer en el rango de armas químicas o de destrucción masiva.

El Paisa es ampliamente conocido por sus tortas (sin albur) de pastor y pierna,  además el Paisa es un maestro sin contrincante en el arte de recrear esculturas gigantes del juguete mexicano por excelencia: El trompo. Su trompo es el único que añade cebolla entre capa y capa de carne. Otro plus del Paisa es que nunca cierra y a cualquier hora se pueden deleitar los amantes del masoquismo, ya que el Paisa es un sádico sin remedio. Si el marques de Sade viviera, sin duda sería comensal del Paisa. No en vano el Paisa ha sido secuestrado (dado el tamaño inmenso de sus trompos), la cantidad de carne que vende casi lo ha catapultado para obtener un puesto en el Forbes.

Taquería el Pastorcito

Su especialidad: el suadero, cabeza, alambre y pastor. Las salsas de este establecimiento son una invitación conmovedora a sus parroquianos para que lo piensen 2 veces antes de verse involucrados en un estado de ansiedad por colitis. 
Esta taquería fundada en 1986, esta ubicada en Lorenzo Boturini y cuenta entre sus comensales a mucha gente del Jet Set o la farándula. El sitio esta sitiado de manera constante, no cabe la menor duda que su dueño, Don Ray (no el mata-bichos), se ha esmerado en el éxito del lugar. Esta taquería es ortodoxa en la preparación de sus tacos y en la exposición de sus salsa. Dotada de molcajetes gigantes, uno puede atascarse hasta la médula de sus demoledores tacos y de sus temibles salsas. Una experiencia única en el arte de sobrevivir, la ingesta de sus tacos, debería de ser objeto de un estudio y pruebas de las estrellas de Discovery Channel. Para meterle a sus tacos y salsas es necesario o un requisito indispensable haber pasado con un mínimo de 9.5 la materia del mago traga vidrios. El after a nivel colon es indiscutiblemente conmovedor. Uno realmente se apiada de sus víctimas hechas un mar de llanto y gemidos indescriptibles o temibles según sea el caso.

Tacos Copacabana

Su especialidad: bistec, suadero, tripa, longaniza y pastor. Las salsas de este sitio merecen estar en las mejores cadenas farmacéuticas del país dadas sus reacciones primarias y secubndarias. No en vano muchos médicos las recetan para los “apretaditos” (estreñimiento)

En los años 70s este templo del taco era un puesto muy pequeño (como casa del señor Kent) a un lado del cine Copacabana y Brasil. Aunque esta sala de cine desapareció la taquería sigue allí, llegando a extender sus tentáculos a lo que fuera la sala del cine. Sus tacos son un tesoro muy preciado de las prófugas de Botero y los galanes del Lost Weight. Sus jugosas carnes todavía respetan los estándares de la clase fresa. Su salsa de cacahuate es un clásico y un excelente laxante para aromatizar los vagones del metro y hacer las delicias de los compañeros de viaje. Definitivamente el buqué que queda en la boca es para una escena de beso telenovelezco o dar respiración boca a boca…

Taquería el Villamelón

Su especialidad: cecina, chicharrón, longaniza, el campechano y costeño. Si ya probaste de todo y sin medida (como José José) en las sex shop, prueba la salsa del Villamelón, y seguro que te alcanza el punto G (de GEMIDO).

Una taquería con una historia de 49 años, ubicada en Tintoretto muy cerca de la Plaza de Toros México. Este sitio se distingue por consentir a comensales en estado crítico de cruda fantasmal. La variedad de tacos, ofrece a sus gourmets, la posibilidad de otorgarle “cuerpo” a sus vomitadas. Y como reza el dicho: Más vale vomitar cuadritos que tirar calditos…Sus salsas ofrecen una aventura ruda en la que más vale estar preparados con pampers para evitar cualquier penoso contratiempo que sellé el pantalón en la parte trasera o asemeje un Levis 501B (bicolor).

Taquería Manolo

Su especialidad: pastor y bistec con tocino. El cacahuate es un buen laxante, pero en salsa y con una buena dosis de chiles, es un mejor remedio que el Drano destapa caños. Si tienes problemas de “cerrazón” con estas salsas lograrás una buena dilatación sin contracciones…

Enclavados en la colonia del Valle, los tacos Manolo ofrecen sus famosos tacos de bistec con tocino bajo la denominación de “Tacos Manolo”. También ofrecen tacos al pastor de buena calidad. Sus salsas de cacahuate y roja, son de buen cuño y no contienen tanto picante, pues son menores a los 400,000 unidades en la escala scotsville. Sin embargo, no hay que confiarse porque en una de esas nos llevamos la sorpresa o la cargamos que es peor aun…

Taquería El Califa de León

Su súper especialidad: Bistec y costilla. Debido a el chile de árbol que utiliza en sus salsas, no estaría demás colocarle una “calaverita” como signo de advertencia para los parroquianos que gustan de esta mezcla sin contrincantes. 

Una taquería con una tradición de 47 años y un poderoso record de “Tigres de Santa Julia” ubicada en la Rivera de San Cosme, este Olimpo del taco ofrece sus especiales de bistec y costilla, preparados “a la sal y manteca”. Las tortillas son preparadas a mano son casi una recreación museográfica del México de ayer. Sus salsas son hechas de chile de árbol, pasilla y guajillo (suficiente para que Justin Bieber deje de cantar) servidas del molcajete. Con la salsa de chile de árbol hay que andarse con cuidado, porque en una cucharada de más, puede ocasionar todo un mapa en las sabanas cual fotografía de emulsión, además del anuncio de tormenta con sonido envolvente…

Taquería el Huequito

La especialidad del huequito es el pastor. Su guacamole y su salsa roja son hechas para el deleite familiar. No contienen picante en exceso, por lo cual si buscas una salsa de esas que te hagan pedalear, este no es lugar para ello.

El huequito tiene una larga historia que se remonta al año de 1959 y parte del exterior de la vinatería la Europea. Se encuentra ubicada en el mero centro en la calle de Ayuntamiento.

Taquería Charly

La especialidad de la casa: el suadero y de cabeza, con salsas de chile de árbol con mucha furia y la suficiente potencia como para dejarle floreada la estría mayor.

Los tacos de suadero de Charly son los más galardonados entre todos los del mundo del suadero. Se puede ver entre los parroquianos a gente famosa degustar los tacones de Charly. Uno puede pedir tacos de lengua, sesos o cabeza. El cachete es una de sus especialidades. Este templo de la taquiza obtiene su materia prima directamente y sin escalas desde la Merced. Se encuentra enclavado en Tlalpan Sur, exactamente en San Fernando, esquina con Toriello Guerra. Este sitio se fundó en 1975 bajo el sello de serios maestros taqueros. Sus salsas son entes de respeto que han cobrado una que otra víctima.

Taquería el Chupacabras

La especialidad del consultorio es el Chupas, la cecina y el chorizo. Sus salsas contienen el punto exacto de picor y una buena textura (estilo molcajete), además de contar con salsa de cacahuate y chile habanero del más puro estilo del Recuérdame…

Esta taquería situada en Río Churubusco, se hizo famosa desde la década de los 80s. Sus tacos incluyen una variedad de ingredientes muy notable, pero su éxito es el taco conformado por bistec, cecina y chorizo, un verdadero campechano. Es muy frecuente encontrarse en este sitio a muchos famosos de la farándula y la faramalla. Los asistentes a la cineteca, casi por regla hacen una visita antes o después de las funciones de cine. Su sabor es único y de plus cuenta con todo un arsenal de complementos para acompañar sus tacos.

Taquería el Califa

La especialidad : el taco gaona, los de pastor o las costillas. Salsa bien hecha y comestible al 100%

Las opiniones de esta taquería están muy divididas. Por un lado hay clientes que se dicen maravillados por los tacos y el ambiente de este lugar, el cual tiene música que trata de generar una atmosfera que va de la mano con la hiperrealidad del american way, y por el otro lado hay gente que se dice defraudada por los minúsculos tacos (cual botana), la excesiva grasa de los mismos, además de su excesivo precio. Se encuentra ubicado en la colonia Condesa y cuenta con servicio a domicilio. Quizá lo único en lo que concuerdan todos en sus salsas, que van desde la verde, la de chipotle, hasta la de tamarindo y pasilla muy espesa.

Taquería La Susy

Su especialidad los de bistec, suadero, pastor y cabeza. Las salsas son a base de chile morita, de árbol y guajillo. 

Cual templo de marajá, la Susy esta custodiada por tres trompos de pastor tamaño Galápagos. En esta taquería se pueden comer tacos de costilla, cabeza, suadero y pastor muy bien condimentados. Sus carnes son frescas y jugosas. Enclavada en la colonia Tepeyac Insurgentes, la Susy es digna heredera de la Taquería la Estrella. Sus salsas hechas de chiles morita, chipotle y de árbol, son la estocada final que hace el juego perfecto con el colesterol y los triglicéridos. Definitivamente NO es un lugar para llegar del brazo de la Xum (amante) porque es un sitio de ambiente más bien familiar, donde se te puede aparecer cualquier vecino o compañero de trabajo y delatar tus fechorías a tu media naranja.

Bueno, pues la lista sería interminable si anexamos los que faltan, que no son pocos, por el contrario, faltan mencionar las flautas o tacos dorados, y otro tanto más de especialidades toxicas del apetecer mexicano. Pero al menos este es un pequeño panorama del taco mexicano. No quisiera terminar sin mencionar las flautas que existieron en José T. Cuellar y Vicente Beristain. El hombre que atendía este sitio, a diario se le veía preparar muchísimas flautas que acompañaba de lechuga, cebolla, jitomate, crema, queso y salsa. Para mi sin duda era la mejor taquería de tacos fritos de la ciudad. Quizá la presentación del sitio no era de lujo, pero el sabor de sus tacos era único y para mi gusto sin contrincantes. El sitio estaba provisto de bancas dobles pintadas con pintura verde de aceite y poseía una vitrina muy larga en donde colocaba toda su merca. El tipo era una persona delgada y de rostro adusto, pero sin rival en su especialidad. Para los que gustamos de salsas muy picantes, él siempre preparaba un poco de TNT verde para nosotros, que sin faltar a la verdad, era bastante picosa pero excelente. 

Fuentes: wikipedia, La Enciclopedia del Taco, Archivo General de la Nación y el Gourmet Mexicano. 

1 comentario:

  1. Patricia Villagomez14 de octubre de 2013, 12:27

    Vaya paseo gastronomico! conozco varios de estos lugares, no se si afortunada o desafortunadamente (asunto de kilitos o kilotes de mas jajajaja). En serio que tienes el don de ponernos en el lugar que describes y hasta recordar olores y sabores.

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