domingo, 26 de agosto de 2012

Cesáreo Chan Sabido: definición misma del ímpetu coral






La edificación o construcción de una entrevista con el maestro Cesáreo Chan, es una especie de rompecabezas cuyos fragmentos o piezas son las palabras e ideas que van esbozando y trazando sus gustos, personalidad, intereses, discrepancias, y lo más importante, el trabajo y oficio del maestro. Hablar de música con Cesáreo, es ir más allá de la obviedad, pues uno se ve imposibilitado para escribir o verbalizar los conocimientos y experiencias del fenómeno creativo-interpretativo que ha vivido. Resulta muy razonable que existan tantos malentendidos al procurar definir la Música Coral y su devenir en estos momentos, dada el gran cantidad de escuelas, visiones y opiniones al respecto. 

Sostener una plática de música con Cesáreo, es como querer seguir los hilos que llevan al origen de la misma, pues hay que considerar que Cesáreo es uno de los músicos más emblemáticos de Yucatán; además de la mesura y la sapiencia -en rigor, él sabe cuánto ha sucedido con el vertiginoso movimiento musical del panorama nacional- él es un testigo de la misma vorágine, una paradoja que se contiene a sí misma. Platicar con él, ofrece una visión más amplia sobre cuestiones básicas en torno a la creación, el arreglo, la interpretación y la configuración de un coro, sin dejar fuera el recuento de su vida como maestro, arreglista, director y artesano en la conjugación de los sonidos, además de hombre de familia con firmes convicciones decantadas al paso del tiempo. 


Cesáreo nació en Mérida el año de 1956. Hijo de un destacado músico y emprendedor –como lo fue su padre, Cesáreo Chan Blanco- el maestro Cesáreo Chan Sabido narra de manera ingeniosa, su quasi comparecencia ante música desde muy pequeño. Remonta la figura de su padre y atisba acerca de la leyenda en torno a él y su existencia, de una familia de músicos que se ubica en el epicentro mismo de la música. Su relato pausado y coloquial, transmutan las frases en imágenes que toman vida en su interlocutor. 

Siendo su padre el organista de la catedral de Mérida, Cesáreo colaboró de manera rutinaria en los oficios que su padre desarrollaba en dicha parroquia. Don Cesáreo supo compaginar la profesión de organista en la catedral, con el magisterio en muchos colegios de aquellos años. Resulta abrumadora la cantidad de trabajo que su padre y él atendían entre oficios, clases, ensayos y conciertos. Ese curioso periplo que denotan las anécdotas de Cesáreo, no parece ser sino un reflejo a escala de su propia formación y resultado. Ya desde fechas muy tempranas, lo encontramos ocupado junto a su padre transfiriendo a la música, riqueza, diversidad, frescura y cualidades imaginativas en un vasto radio de acción así como en la elegante solidez que exige el arte vocal. 

Describe que desde muy pequeño abrazó la imagen de ser director de coros, y para ello, su padre fue la primera motivación hacia la música, pues él le enseño los fundamentos del órgano, la serafina y el piano. Conforme charla de su niñez, juventud y formación, se va esclareciendo la vida y obra de un hombre fuera de lo común –los años en la casa de Itzimna, la música en la canasta básica familiar, los viajes y los años formativos en conjunto-brillan con fuerza propia. 

A pesar de las continuas presiones y exigencias musicales del medio local en los años 70s y 80s, Cesáreo hizo brillar su talento, ampliando considerablemente su abanico de recursos técnicos y perfeccionando su repertorio en la ciudad de León Gto., y el Distrito Federal. En esas andanzas conoció al maestro Hernández Moncada, Jorge Medina y Carlos Jiménez Mabarak. Las obras que el maestro arregló y difundió en esta etapa, ponen de manifiesto el alcance de estos cambios. 

Sus incursiones en la música popular han coexistido a lo largo de toda su vida, con ambiciosos arreglos e intentos por elevar la música tradicional al nivel de la culta o de culto. Aunque la música tradicional o popular muchas veces no eran completamente satisfactorias para arreglar -siendo su material melódico bastante simple-, la complejidad estructural y los logrados cambios de atmósferas (especialmente en la música yucateca) demuestran claramente que el maestro Cesáreo aspiraba a ampliar el ámbito de la música popular más allá de las convenciones de la época.Cuando tocamos el tema de la música coral en Yucatán, Cesáreo precisa que en su opinión este movimiento tiene un lenguaje propio. No en vano existe un cúmulo de arreglos y un sinfín de temas que van desde lo sacro hasta la trova tradicional, sin dejar a un lado las jocosas jaranas. Además, diversos géneros se han ido sumando a los preestablecidos; otros, como el jazz, establecen la coyuntura -sumamente oportuna- para referirse a un género poco difundido hasta ahora, a pesar de sus aciertos y atractivos numerosos. 

En su andar, el maestro Cesáreo ha formado y descubierto a notables figuras como es el ejemplo del virtuoso Joel González Méndez, actual contrabajista de la Orquesta Sinfónica Nacional de Copenhague, Dinamarca, amén de otro tanto de músicos jóvenes. Es una de las personalidades que conocen a fondo el tema de la educación musical en México. Ha trabajado arduamente en muchas escuelas y coros. Actualmente, es coordinador de Talleres de Extensión Cultural de la UADY y director del Coro de la misma casa de estudios que en este año cumple 10 años de conformado.

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